Es curioso, tengo la extraña sensación de haber escrito sobre este tema ya, aunque no sabría decir cuando exactamente. Supongo que en la crónica de la boda entre el engaño y la desidia, al hablar de mi amiga la decepción o de su hermana la esperanza, ¡yo qué se!
Cuando parece que, haciendo caso omiso de los tópicos, consigo descentralizar mis pensamientos y acciones y empiezo a pensar un poco con la cabeza, vuelve a bajar toda la sangre, vuelvo a buscar ilusiones donde no las hay y pierdo el conocimiento. Como si de un alma que se reencarnara se tratase, vuelvo a olvidarlo todo y tropiezo de nuevo al subir la cuesta que ya debería conocer de memoria.
Olvido haberme jurado y perjurado que no modificaría mi conducta y opinión sólo por agradar, dejando así de ser yo. Olvido que, del mismo modo que dos no discuten si uno no quiere, no existe relación entre dos personas más allá de la predisposición que ambas tengan. No recuerdo que por mucho que la mona se vista de seda, mona se queda ante quien no esté dispuestx a ver detrás.
La vida da vueltas en espiral y acaba pasando siempre por los mismos ejes. La rueda gira sin parar, subiendo y bajando, pero rozando el barro en todo momento.
Caigo de nuevo en el mismo pozo, de donde sé salir, al fin y al cabo más sabe el diablo por viejo que por diablo, pero de cuyas paredes estoy ya cansado.
Una amiga, otra más, aunque debería dejar de utilizar esta palabra con tanta facilidad, visto lo visto, me dice a menudo que somos adolescentes y, sobre todo, humanos. Que es normal tener dudas, equivocarnos y, a veces, corregir.
Sin embargo, siento que de nada sirve seguir dejándome las uñas que, por cierto, no tengo, y la careta para volver a empezar. Pero es entonces cuando saco más fuerzas para empujar la piedra y esperar plácidamente a verla caer, para ir tras ella después. Siento que estos textos a modo de intercambio conmigo mismo, y con los que estén dispuestos a perder su tiempo en leerlos, no son más que una eterna discusión sobre el sexo de los ángeles para, después de todo, acabar asimilando que no existen, que son parte de una de las mejores novelas jamás escritas.
Así y todo, no puedo dejar de escribirlos, con la esperanza quizá de releerlos algún día y reírme de cuanto he contado. De no encontrar lógica a tanto sinsentido y sonreír pensando: ¡qué joven e iluso era!
“Las decisiones de conveniencia no se discuten, se acatan sin remedio.”
Iba a poner una canción aquí, pero revisando veo que ya la puse en su día al hablar de mi yonqui muerto. Pongo, por tanto, un fragmento para la que me dio pie a escribir aquel texto y que me recuerda que vendría a visitarme al hospital, aunque sea para jugar con la cama :D.
El Ángel De La Guarda – Albertucho
La otra noche hablé con mi ángel de la guarda,
me contó que ya era libre, que ya no podía rezar.
El me preguntó que qué coño me pasaba,
que arrojaba pensamiento de desilusión fatal.
Luego se acercó me agarró de la mirada,
me escupió en toda la cara y cantaba sin parar:
[…]
No hay comentarios:
Publicar un comentario