2007/04/23

Decepción

¿Qué es la decepción? Un sentimiento… ¿Cuál? ¿Qué la provoca? ¿Quién? Sinceramente, ni idea. Poco sé de ella salvo lo desagradable que resulta y que mayor es mi sentimiento de culpa cuanto más dura.

La decepción podría ser interpretada como una situación en la que alguien, o algo, no cumple nuestras expectativas. Cuando una feria resulta mucho más pequeña de lo que esperábamos, y sus contenidos carentes de interés. Cuando algún objeto que adquirimos resulta no tener un buen acabado o funcionamiento. Pero, sobre todo, cuando una persona se comporta contrariamente a lo esperado, tanto a lo que nosotros habíamos supuesto como a lo que nos habían dado a entender. Todas estas situaciones nos provocan una sensación que podríamos denominar como decepción, cercana a la rabia en muchos casos. Ganas de estrujar lo primero que haya a mano, desahogarnos.

La culpa no la tiene nadie, si es que puede hablarse de tal concepto en esta situación, y ello agrava más aún la sensación de cabreo e impotencia. Sensación de la que es difícil salir por no encontrar a qué echar la culpa ni de qué huir. La escapatoria más rápida a corto plazo la constituye, sin duda, el llanto. Frente al tiempo, que todo lo acaba curando, pero requiere de un intervalo ligeramente superior. Poco a poco se van suavizando y vuelven a su ritmo normal el corazón y la cabeza. La sangre circula normalmente y el cuello se relaja. Llega entonces la hora de la recapacitación, mirar atrás y observar la piedra, para reconocerla la próxima vez.

Algunos tenemos mala memoria, pero, y reincidimos una y otra vez, metiendo la pata cada vez más con el consiguiente mayor esfuerzo para intentar sacarla. Sin embargo, lo hacemos a menudo con las grandes decepciones y no estamos dispuestos a dejar pasar absurdeces, detalles sin importancia alguna. Acabamos haciendo una montaña de un grano de arena en muchos casos por no querer enfrentarnos a las reales y al final pagan el pato los de siempre, ya con complejo de saco de boxeo.

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