2007/04/23

Adicción, pasión, afición, obsesión y demás ónes

¿Cuándo deja una afición de serlo para pasar a adicción? ¿Dónde está el límite entre la abstracción y la marginación? ¿Quién puede decidirlo? ¿Quién va a hacerlo?

Resulta más divertido y fácil, sin duda alguna, criticar a terceros, por no sentirte incluido en ella, con la tranquilidad que ello conlleva. Puedes poner a parir cuanto quieras sin ninguna preocupación. Pero como eso no es más que una ilusión, que de poco sirve a la hora de la verdad si no sabes incluirte en los debidos colectivos, voy a hablar en primera persona, sin que sirva de precedente, e intentaré hacerlo con las mínimas comparaciones a fin de obtener una opinión lo más realista posible.

En inglés estamos tratando el tema, bueno lo estábamos el otro día, y llegamos a la conclusión, en pequeños grupos, de que alguien adicto es aquel que está constantemente pensando en algo, que se pone nervioso si no puede hacerlo, se desvive por ello, se altera, se enfada y vuelve violento.

Yo considero la adicción más como una alteración de la escala de valores. No sabría decir si correcta o no, puesto que la palabra lleva de por sí un valor negativo y, como es natural, no todas las adicciones están al mismo nivel.

Hablando de mi caso en particular, un gran conflicto lo supone la informática o, mejor dicho, lo que a ella me lleva, que al fin y al cabo son las ganas de aprender, el conocimiento. Una pequeña gran arma de doble filo, por la que muchos han brillado y después enloquecido. Siendo una persona a la que le encanta estar haciendo algo y llenando la cabeza con todo tipo de contenido, la informática y Internet en particular suponen una puerta enorme, una fuente de información inagotable. Diseñar webs, en 2D, en 3D, escuchar música, editarla, ver vídeos, editarlos, leer, escribir, volver a leer más aún, volver a escribir, humor, política, actualidad, novedades… Nunca habrá tiempo suficiente para asimilar todo lo que puede darnos, ni capacidad física tampoco. Sin contar con las enormes comunidades que se forman, tanto por tamaño como por valor. Abre una vía para “conocer” gente, aunque no sea ese el verbo más adecuado, y compartir aficiones tanto usuales como no.

Todo suena muy bonito: aprender, conocer gente, quedar para cenar, conciertos, salir de fiesta, ir a ferias… ¿Y el límite? Cada vez que se acercan los exámenes se me presenta la misma incógnita, puesto que siempre acabo haciendo cualquier cosa antes que sentarme a estudiar. Lo hago también el resto del año, pero entonces lo noto menos. Si puedo marcho a pasar la tarde a Bilbo, paso a hacer chapucillas en casa de algún amigo, salgo con quien vaya a dar una vuelta… Si me obligo a quedarme en casa para “estudiar”, acabo viendo una película o escribiendo/leyendo lo que sea. Antepongo la informática en general a los estudios, dentro de unos límites mínimos, pero no lo hago ante salir con quien quiera. De ahí mi gran duda: ¿Se le llama adicción a esto? ¿O simplemente tengo los estudios y las aficiones habituales en gente de mi edad demasiado bajos en mi escala de valores? ¿Puede ser tan simple como que no tenga fuerza de voluntad suficiente y necesite una imposición mayor que la que puedo ejercer yo sobre mí mismo? No saco unas notas de quitar el hipo, tampoco las busco ni las merezco, pero equilibrando la balanza tengo muchos otros conocimientos que la gente de mi edad normalmente no tiene y me muevo, además de con ellos, con otros muchos que han vivido épocas y situaciones totalmente diferentes, que han crecido con amigos que van desde Mazinger Z hasta Son Goku. Gente con los que hablar de temas y hacer cosas poco habituales en lo que podría denominar “mi círculo”, si es que hay algo denominable como tal. Muchos de ellos conocidos a través de Internet, o casi, y con los que tengo mayor relación que con la mitad de mi curso.

Siento que este texto es más una autojustificación que una autocrítica propiamente dicha. ¿Quién sabe? Sea como fuere estoy más relajado. Ahora, con mi permiso, tengo un examen que repetir.

No hay comentarios: