2007/04/23

Proyecto hombre

Esta mañana me he despertado desconcertado. No he dormido bien. La última copa de ayer no me sentó muy bien, y he pasado la noche con frío y sueños poco agradables. Mis padres, la última discusión con mi novia, el mal rollo entre los amigos, la preparación de las oposiciones… todo dando vueltas al mismo tiempo entre gritos y fogonazos.

Así he permanecido durante horas, hasta que una llamada me ha despertado. Sonaba lejano el teléfono al principio, distante. Al cogerlo he sentido un escalofrío y he oído la suave, seria y triste voz de la secretaria:

- Se ha terminado, lo han encontrado esta mañana en el callejón.
- ¿Seguro que es él?
- No hay duda.
- Está bien, iré en cuanto pueda.

Nada más colgar he ido a la cocina, he cogido un buen vaso de agua y me he sentado con mi paquete no sé a qué. Parecía como si alguien hubiera querido decírmelo antes, como si alguien hubiera estado transmitiéndome el malestar. He estado sentado fumando hasta que, para cuando me he dado cuenta, había terminado los paquetes que me quedaban. Recordaba el día en que llegó al local, con los ojos hinchados, sin saber ni de dónde venía ni a dónde iba, con un ciego de a saber qué. He recordado también las eternas discusiones. Cuando, por impotencia o desesperación, se revelaba y me chillaba, me echaba en cara gestos o actos que el sabía imposibles en mí, pero que, por alguna razón, temía sucedieran. Quizá se temía a sí mismo. Temía llevarlos a cabo y su forma de expresarlo era echármelos a mí en cara, no lo sé.

He despertado de mi sueño con el hijo del vecino, ese bendito niño que tiene por bien llorar todos los días a las siete en punto. Fuera ya de mi anonadamiento, me he ducha con la mayor diligencia, he cogido una camiseta y unos pantalones de la silla y he corrido al metro.

No he tenido tiempo, ni humor, para seguir dándole vueltas a ello en el camino. Me he limitado a mirar al resto de mortales que como yo y como cada mañana marchaban a su fábrica particular, a la cadena de montaje a desperdiciar ocho horas de sus maravillosos días.

Estaba tumbado en un cajón, en el cuarto que hasta entonces tenía prohibido, alrededor de esas cápsulas de metadona que tanto había ansiado y que ya no iba a necesitar. Al fin Hipnos le ha dejado descansar, ha dejado de atormentarlo en sueños. Ya no se le presenta en cada viaje, perfumando su desgraciada vida, ya no aparece vestido con su larga capa negra.

A media mañana, cuando todos los compañeros han terminado de despedirse y encomendarlo al Señor en el que algunos curiosamente creen en estos, los perores, momentos, ha llegado el coche fúnebre. Parecía conducido por el mismísimo Tántalos, como si al relevo de su hermano hubiera acudido. A la llamada de una pobre alma en pena que sin ángel se quedó. Ahora sólo quedan su cuerpo y su mente, sin Dios, ni fe presente.

Pero la vida sigue, y como bien nos recuerdan cada día nuestros amigos los gobernadores, sus colegas los medios de comunicación y los esbirros en piel del sistema de educación…

Sin estudios sin trabajo
somos como lagartos.
Ni cobardes, ni valientes,
ni revolucionarios.
Somos mudos y algo sordos.
Y aún teniendo muy claro
quiénes son los culpables
nosotros nos callamos.

Nos callamos y seguimos el juego. Yo, por mi parte esperaré, tomando el sol, a un nuevo toxicómano, con la esperanza de que dure más que el último. Al fin y al cabo, drogadictos hay muchos, y cuantos más se mueran, menos tendremos que gastarnos en ellos. Dediquémonos a pasar de tó, de tó y de tó.

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http://es.wikipedia.org/wiki/Hipnos
http://es.wikipedia.org/wiki/Tánatos

El Ángel De La Guarda – Albertucho

La otra noche hable con mi ángel de la guarda,
me contó que ya era libre, que ya no podía rezar.

El me preguntó que qué coño me pasaba,
que arrojaba pensamiento de desilusión fatal.

Luego se acerco me agarró de la mirada,
me escupió en toda la cara y cantaba sin parar:

Ya vuelvo a estar solo, mi dueño no tiene amo,
ya soy libre de pecado, y ahora soy un ángel más.
Que desilusión cuantos muertos han quedado
de los que ahora siguen vivos y no paran de rezar.

Yo me marchite, me pudrí como un cadaver,
como una pobre alma en pena que sin ángel se quedó.
Ahora quedo yo, solo un cuerpo y una mente
que sin dios ni fe presente sigue pidiendo perdón.

Ya vuelvo a estar solo, mi dueño no tiene amo,
ya soy libre de pecado, y ahora soy un ángel más.
Que desilusión cuantos muertos han quedado
de los que ahora siguen vivos y no paran de rezar.

Veintegenarios - Letra y música: Albert Plá / Voz: Manolo Kabezabolo, Fermín Muguruza, Roberto Iniesta

sentaditos sin razón
en el portal cara al sol
nada somos na tenemos
na queremos ni hacemos
sólo el sol y el portal
sin más obligaciones
ni ambiciones
ni intereses
sin tener na que hacer
ni que ganar ni que perder
aquí estamos tan bien

tomando el sol
tomando el sol
que más podría hacer yo
en esta mierda de rincón
que otra cosa que no sea tomar el sol
insolación...

sin estudios sin trabajo
somos como lagartos
ni cobardes ni valientes
ni revolucionarios
somos mudos y algo sordos
y aún teniendo muy claro
quiénes son los culpables
nosotros nos callamos
y dad gracias porque estamos
pasando de to de to de to

tomando el sol
tomando el sol
que más podría hacer yo
en esta mierda de rincón
que otra cosa que no sea tomar el sol
insolación...

jóvenes pero ancianos
ya nacimos cansados
pasa el tiempo despacio
somos veintegenarios
y aunque aquí nos quememos
y aunque intenten jodernos
nunca protestaremos
y aquí nos quedaremos
no moveremos ni un dedo
pasaremos de to de to

tomando el sol
tomando el sol
que más podría hacer yo
en esta mierda de rincón
que otra cosa que no sea tomar el sol
insolación insolación
será el sol será el calor
o sólo una fulminante insolación
insolación...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Recuerdos del verano`o6
Escuchando esta cancion 3 amigas!
En sancarloS de la Rapita :D

Y lueGo cantandola nocHe y dia
mientas tomabamos el sol en una i¡mierda de rincoN

RECUERDOSSS