2007/04/24

No lo sé

- Dices que muchas de las cosas que das en clase te parecen una pérdida de tiempo. ¿Te aburres?
- Soberanamente además.
- ¿Por qué?
- Porque aprendemos demasiado de memoria, sin interés, simplemente por llegar al examen. Después de dos evaluaciones pasadas ya, sólo ahora he conseguido no dormirme en clase de historia. Simplemente porque ahora me interesa la época.
- ¿Crees que se puede mejorar?
- Viendo mi actitud y la del resto de la clase frente a muchas materias lo veo complicado. Aunque sí podrían volverse más prácticas las clases.
- Pero, aún así, te preocupas por aprobar.
- Por no suspender, sí. Aunque sin mucho esfuerzo.
- Y tienes pensado seguir estudiando, ¿no?
- Una ingeniería, sí.
- ¿Por qué?
- Supongo que por llegar a ser algo el día de mañana.
- ¿A ser algo? ¿Qué quieres decir?
- A tener un trabajo con buen sueldo, una pareja estable, una casa, algún hijo…
- ¿Te ves teniendo hijos?
- Ahora mismo, no. Me da miedo verme con cuarenta años trabajando mil horas para sacarlos adelante, para volver a casa y tener que ocuparme de ellos, además, después, y más importante, atender a mi mujer o pareja. No me atrae en exceso la idea de formar una familia para, después de un tiempo, darme cuenta de que vivo amargado y acabar dejándola. Pero, al final es lo que busca todo el mundo, ¿no?
- Será. ¿Cuándo crees que llegarás, si lo haces, a eso?
- Buff, bien pasados los treinta, al menos.
- ¿Tus padres con cuantos años te tuvieron?
- Con 28.
- ¿Por qué esperas tenerlos tan tarde entonces?
- Tal como veo a los amigos con los sueldos y buscando la hipoteca menos abusiva, no creo que pueda antes.
- ¿Tan mal está?
- Hombre, a cuarenta años, por el momento, y endeudando a tus herederos. No quiero ni pensar cómo estará el percal cuando llegue yo. Y no tengo papis con dinero para regalarme un pisito en el centro cuando me aburra de vivir en casa.
- ¿Por qué crees eso?
- Me gusta pensar que por el capitalismo atroz en el que vivo. Por esta sociedad donde o comes o te comen, donde las puñaladas están a la orden del día en el trabajo.
- ¿No te gusta el sistema en el que vives?
- En absoluto.
- Pero ¿estás hablando en general o de tu país en concreto?
- País, jeje, curioso concepto. Hablo de ambas cosas. En general, a nivel mundial, veo día a día en las noticias cómo los Estados Unidos abusan de poder imponiendo su modo de hacer las cosas por doquier, por simple beneficio propio. Al lado de casa, aunque todavía la gente no va con pistolas por la calle temiendo que el vecino les ataque, poco a poco están copiando las costumbres de los americanos.
- ¿Por qué te ha hecho gracia lo de país?
- Hace unos meses que me planteo qué es exactamente. Antes creía que era un grupo de gente que comparte idioma, tierra, costumbres… Pero resulta que en muchos aspectos comparto tanto y tan poco con un vecino de Getxo como con un asturiano o un guatemalteco. Desde pequeño he oído que mi país está formado por siete provincias, que oficialmente están separadas en dos estados. He crecido oyendo que no se acepta la categoría de país en ellos y que se persigue a los que piensan así. Poco después he podido comprobar las burradas y atentados contra derechos humanos, presuntamente básicos, que se cometen por ese conflicto. Por un lado aferrándose a una teoría que tiene un siglo escaso, y por otro alegando una unidad inexistente. A estas alturas me avergüenza ser señalado por decir que soy español aquí y vasco en la provincia vecina. Más que avergonzarme, me da pena haber llegado a tal punto de ceguera.
- Define burradas.
- Por un lado matar a golpe de bombas y tiros. Por otro, hacerlo mediante torturas, pudriendo a la gente en la cárcel. Meterlos en ella sólo por su ideología. Perseguir una cultura por obtener votos. Que la gente se dedique a descojonar mobiliario urbano y transporte al son de bolazos de la policía. Mientras éstos, de paso, apalean a personas cabales que intentan manifestar su opinión pacíficamente en un pueblo donde se les ha vetado el derecho a hacerlo.
- ¿Cuál crees que es la solución?
- ¿A cual de las dos cosas?
- A ambas.
- Bueno, al fin y al cabo están estrechamente ligadas de alguna manera, ya que la unidad a la que algunos apelan no deja de ser una conveniencia económica, fruto del capitalismo. Utópicamente me atraen muchas teorías tan amplias como lo son el socialismo o el anarquismo. Pero no conozco suficientemente los entresijos de éstas como para decantarme por una u otra. La base, creo, es tratar a las personas como personas, al margen de dónde hayan nacido, con quién se vayan de fiesta, qué ropa vistan o cual sea el puño que levanten. En cualquier caso, aunque luchen por una igualdad, cabrones seguirá habiendo en todas partes, y de la misma forma que ahora hay quien vive y lucha porque la sociedad siga así, habrá quien intentaría por activa o por pasiva la diferenciación.
- Aún así, una gran mayoría debería poder controlar a los pocos que se revolucionan, ¿no crees?
- Suponiendo que la mayoría llegue a hacerlo, sí. Pero esa posibilidad está lejana aún. Entre quienes luchan por un control cada vez mayor y aquellos que defienden las libertades, estamos la gran mayoría, que chillamos, nos enfadamos, y otorgamos. Nos revienta el estado en que estamos, pero optamos por buscar una vida modelo, como ya te he comentado, antes que correr el riesgo de perderlo todo.
- ¿Todo?
- Todo lo que creemos tener, que sentimos nos pertenece. Como la casa, a nombre del banco. O el trabajo, de donde nos echarán el día de mañana para colocar a un chaval más joven, con un currículum más extenso, o al hijo de algún conocido del vecino de la prima segunda del jefe.
- No me has contestado a la pregunta.
- Perdona. Entre unos y otros estamos los que aceptamos la comodidad. Este grupo no luchará y correrá el riesgo a favor de aquellos que están armados de ideas cargadas de revolución. Queda, por tanto, la lucha en manos de minorías, una de ellas controladora de la economía y con la industria armamentística a su favor. David sin vecinos no es nadie en este caso, y Goliat se basta por sí solo.
- ¿Qué crees que se puede hacer entonces?
- No lo sé.
- ¿Ninguna opción?
- Quizá volver a la guerra civil y que ganara el bando contrario, por probar. Pero muy posiblemente estaría escribiendo estas mismas líneas con diferentes nombres. Al fin y al cabo “homo homini lupus”. Aunque no lo fuéramos hace tiempo, la historia nos ha hecho así.

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