2007/04/24

Mariposas

El guiño de un coche al marcar con el intermitente, la facilidad con la que la boca del metro engulle gente, el orden del impresionante ejército de farolas, siempre firmes… La imaginación, esa extraña parte de nuestra mente, esa capacidad para alterar la realidad, convirtiéndola a nuestro antojo, la llave que nos llevará al mundo de OZ, o nos hará caer por la madriguera del conejo, es una de las mayores armas que nos llevarán al camino de la felicidad, virtual y real. Con ella podemos hacer que las cosas parezcan no ser lo que son o, mejor dicho, que sean lo que a nosotrxs nos parezca que deben ser.

Así, la vida puede volverse sueño. Aunque, por desgracia, se trate de una afición que tienda a perder fuerza con los años. Tomada, a menudo, como una actitud infantil, o dejada a un lado por el cansancio de la vida. Los niños son, sin duda, con la inocencia que les caracteriza, quienes más partido le sacan. Basta un palo para organizar una batalla entre barcos pirata, una cuerda para huir de la gran serpiente, o un libro para huir de la guerra.

Hace años pudimos ver el reflejo de ello en la pantalla, cuando un padre jugaba a salvar a su hijo en “La vida es bella”. Recientemente ha llegado también “El laberinto del fauno”. Mucho más fantasiosa, indudablemente, pero igualmente conmovedora. Deja ver, demasiado idealmente, quizá, cómo una niña hace frente, consciente o inconscientemente, a una vida en absoluto agradable, después de una cruda guerra civil.

Mientras franquistas y republicanos se matan entre sí a golpe de fusil, ella cruza su propia batalla con hadas y un desagradable fauno, en contra de sapos gigantes y toda clase de monstruos. Así, huye de la pesadilla que le rodea, vuelve juego la muerte.

“Tienes la cabeza llena de mariposas” dicen a menudo. ¡Qué bonito es vivir con ellas alrededor! Y sentirte libre de poder hacer cuanto quieras, donde y como sea.

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