2007/11/25

Presión en mis yemas

El sol se despide de nosotrxs. Sus últimos rayos nos abrazan antes de ocultarse tras el lejano horizonte, antes de hundirse en las tranquilas aguas que ansiosamente lo esperan. Nos deja con la Luna, con ella y la cálida brisa que, como olas, crea caprichosas formas en la campa donde nos encontramos. Cada una de las hojas bailan en una danza incierta, tanto como hermosa. No hay nadie en esta loma, tan cerca de todo y tan lejos de nada. Es hora de cenar, todo el mundo está en sus casas disfrutando de copiosos manjares, o buscando en la basura. Paradojas de la riqueza. Da igual, lo importante es que no hay nadie que nos moleste.


Apoyado a en un arbol, el único, al parecer, ella se encuentra sentada entre mis piernas. La abrazo con fuerza, la mantengo cerca, huelo su pelo, dejo que esa fragancia, única, me invada, se adueñe de mí por un instante y pierda toda consciencia. Las yemas de mis dedos se pierden en su cabello, desaparecen en forma de caricias. Una pregunta formulada como susurro alcanza su oído y, con el debido permiso, corren hacia la cadera mis manos, juegan con el límite marcado por unos finísimos pantalones. Haciendo caso omiso de cualquier frontera, leves gemidos hago llegar. Dulces ellos, los percibo intercalados con húmedos besos en mi cuello.

Se tumba, me tumbo a su lado. Siguiendo con el placentero juego, acabo sentado sobre ella. Mis manos sobre sus pechos. Las suyas en mis culos. Siento una fuerza arrastrando mis huellas, hasta situarlas alrededor de su mandíbula. Ella me sonríe. Aprieto. Sus labios se tornan mueca. Con todas mis fuerzas. Mueve las piernas, agita su brazos, intenta gritar, levantarse. Los dedos casi amortados. Al fin para. Con los dedos temblando cierro sus ojos, esos grandes ojos.

La he matado. He matado a mi ilusión, mi sueño, mi esperanza. ¡Por fin lo he conseguido! Tanto tiempo escondiéndome, perdiendo tiempo de estudio y trabajo para nuestros paseos secretos, ocultas conversaciones, paraísos temporales. Tantas noches en vela imaginando nuestro próximo encuentro, reviviendo el placer robado. Por fin lo he conseguido, pero, ¿por qué lo he hecho?

Terrorismo poético

Hakim Bey

BAILES INVEROSÍMILES EN CAJEROS automáticos nocturnos. Despliegues pirotécnicos ilegales. Land art, obras terrestres como extraños artefactos alienígenas desperdigados por los parques naturales. Allana moradas pero en vez de robar, deja objetos poético-terroristas. Secuestra a alguien y hazlo feliz. Elige a alguien al azar y convéncele de ser el heredero de una inmensa, inútil y asombrosa fortuna -digamos 5000 hectáreas en la Antártida, o un viejo elefante de circo, o un orfanato en Bombay, o una colección de manuscritos alquímicos-. Al final terminará por darse cuenta de que por unos momentos ha creído en algo extraordinario, y se verá quizás conducido a buscar como resultado una forma más intensa de existencia. Instala placas conmemorativas de latón en lugares (públicos y privados) en los que has experimentado una revelación o has tenido una experiencia sexual particularmente gratificante, etc. Ve desnudo como un signo.

Convoca una huelga en tu escuela o lugar de trabajo sobre las bases de que no satisfacen tus necesidades de indolencia y belleza espiritual.

El arte del graffiti prestó cierta gracia a los laidos subterráneos del metro, y a los rígidos monumentos públicos; el TP también puede ser creado para lugares públicos: poemas garabateados en los lavabos del juzgado, pequeños fetiches abandonados en parques y restaurantes, arte en fotocopias bajo el limpiaparabrisas de los coches aparcados, Consignas en Grandes Caracteres pegadas por las paredes de los patios de recreo, cartas anónimas enviadas a destinatarios conocidos o al azar (fraude postal), retransmisiones piratas de radio, cemento fresco...

La reacción o el choque estético provocados por el TP en la audiencia han de ser al menos tan intensos como la agitación propia del terror -asco penetrante, excitación sexual, asombro supersticioso, angustia dadaesca, una ruptura intuitiva repentina- no importa si el TP va dirigido a una sola o a muchas personas, no importa si va "firmado" o es anónimo, si no transforma la vida de alguien (aparte de la del artista) es que no funciona.

El TP es un acto en un Teatro de la Crueldad que no tiene ni escenario, ni filas ni asientos, ni localidades, ni paredes. Con objeto de que funcione en absoluto, el TP debe desvincularse categóricamente de toda estructura convencional del consumo del arte (galerías, publicaciones, media). Incluso las tácticas de guerrilla situacionistas de teatro callejero resultan ya demasiado conocidas y previsibles.

Una seducción exquisita -conducida no sólo por la causa de la mutua satisfacción sino también como acto consciente en una vida deliberadamente bella- puede ser el TP definitivo. El terrorista P se comporta como un estafador cuyo objetivo no es el dinero, sino el CAMBIO. No hagas TP para otros artistas, hazlo para gente que no repare (al menos por un momento) en que lo que has hecho es arte. Evita las categorías artísticas reconocibles, evita la política, no te quedes a discutir, no seas sentimental; se implacable, arriésgate, practica el vandalismo sólo en lo que ha de ser desfigurado, haz algo que los niños puedan recordar toda la vida -pero no seas espontáneo a menos que la musa de TP te posea-.

Vístete. Deja un nombre falso. Se legendario. El mejor TP está contra la ley, pero que no te pillen. Arte como crimen; crimen como arte.


Extraído de “CAOS: Los pasquines del anarquismo ontológico” (1985), publicado también posteriormente como parte de su trabajo más conocido: “TAZ: Zona temporalmente autónoma, Anarquía ontológica, Terrorismo Poético” (1991).

Podéis encontrar más información sobre el autor en la wikipedia, ya sea por medio de “Hakim Bey” o “Peter Lamborn Wilson”.

2007/11/20

Soledad que te pegas a mi alma

Este finde ha sido raro, muy raro. Ahora mismo estoy jodido. Físicamente, pues los horarios han brillado por su excentricidad. Largas horas de sueño impulsadas por la apatía, y extrema actividad a horas poco convencionales. Pero, sobre, todo, emocionalmente. He revivido sensaciones que creía superadas ya [1]. Comecocos hace tiempo concluidos [2]. Rompecabezas descifrados [3]. Puzzles con esfuerzo y paciencia solucionados [4]. He estado solo en compañía, pero solo al fin y al cabo [5]. Con necesidad de ahogar entre abrazos, pero sin un mísero peluche a mano. Ganas de llorar, recámara cargada de acuosas balas, pero incapaz. Mezcla de enfado y odio. Para conmigo. Para con el mundo entero.

La lista de quehaceres para estos días, como no podía ser de otra manera: interminable. Las ganas de hacer nada: nulas. Así pues, tras mucho zanganear, y con poco sueño debido al tiempo que ha reposado mi cuerpo, me he dispuesto a reordenar la leonera que habito.


Aunque ya tenía cierto conocimiento de ello, he podido constatar que el “síndrome de Diógenes[6] dormita en mi interior, esperando el momento adecuado para salir. ¡No es ni normal la mierda que había! Documentos almacenados desde hace más de cinco años. Lo cual es todo un mérito, teniendo en cuenta la longevidad de mi habitación y la trascendencia que pudieran tener. En el rato que he dedicado a ello han aparecido: la factura del regalo de cumpleaños de una compañera; documentación variada sobre el TAV [7] y la estación intermodal de Abando, acompañada de invitaciones para una ponencia; recopilación impresa y encuadernada de todo los artículos que otrora publicara Ramón Buenaventura en el, por entonces, suplemento “El Semanal[8]; recopilación de todos los manuales que con recelo imprimía y clasificaba durante aquellos años en que empezaba a vivir la informática; un sobre marrón en estado de putrefacción donde guardo cada fragmento de una batalla perdido a modo de cartas y conversaciones; mis primeras cintas de casete grabadas canción por canción, identificadas como “SKA-P 1”, “SKA-P 2”, “Hertzainak” y “Carlos Vives”; folios y folios llenos de fotografías sobre kortxo, surf y skate que pegara cuando apenas contaba la docena; un montaje fotográfico que mi tío hizo a sus dos sobrinos ciclistas, por aquel entonces, cuando yo le preguntaba cómo configurar tal o cual cosa, él fue quien me ayudó a crear mi primera cuenta de correo, no sabía qué estaba haciendo…

Recuerdos de toda una vida, toda la que puedo recordar, de sentimientos encontrados, de nostalgia, orgullo y, una vez más, desamparo. Aprovechando la tregua que las temperaturas nos han concedido, chaqueta al hombro, el muro [9] ha recibido mi visita. Más silencioso que nunca y totalmente cubierto, no le ha quedado más remedio que oír mis plegarias en forma de versos memorizados y calentar inconscientemente mi alma.

He vuelto con paso delicado y dubitativo, mirada perdida, cabeza viva y, bajo la mirada de una “Ardilla roja[10], he sucumbido ante la llamada de Morfeo [11].

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[1] Incomprensible maravilla
[2] Flashback a la perdición
[3] Una velada maravillosa
[4] ¡Qué joven e iluso era!
[5] Game over, you failed
[6] Síndrome de Diógenes
[7] http://sindominio.net/ahtez
[8] http://www.xlsemanal.com
[9] Noches de domingo
[10] http://es.wikipedia.org/wiki/La_ardilla_roja
[11] http://es.wikipedia.org/wiki/Morfeo

2007/11/18

Aprender, sufrir

¿Qué sentido tienen los sueños? ¿Cuál es su fin? Alimentar ilusiones imposibles, perpetuar frustraciones, recordar fracasos. Aderezarlos con esperanza y desconcierto. Transmistir desgana, apatía. Facilitar al frío el acceso al interior, engordar la cuenta corriente de doña soledad. Incomodar la existencia, complicar la concentración. Distraer la atención, inmortalizar las eternas dudas, aquellas que atormentan y ocupan los pensamientos “full time”.


Hay quien dice que son un mecanismo de aprendizaje, que con ellos repasamos y asimilamos cuanto en el día nos ha sucedido. Puede que sea verdad. Pues los peores tienen un detonante común, situaciones con un periodo amplio, pero de igual base. Así y todo, ¿cómo entender la relación? ¿cómo saber su significado si lo que muestran son imposibles, imperpetrables? No sería complicado si lo que nos mostraran fuera creíble, lógico, plausible. Resultan absolutamente irreales, pero, se basan en acontecimientos irrealizables. Refuerzan el desamparo, la soledad, el desengaño...

Si aprender supone sufrir, espero asimilar pronto el mensaje.

El libro


Un no: un sí temeroso. Ojos huidizos. Manos nerviosas, juguetonas, inquietas. Dientes mordisqueando los labios. Dedos enredados entre mechones de cabello. Piernas, largas, entrecruzadas. Cuerpo encogido, aunando fuerzas, personalidad, seguridad. Un sí: un no rotundo. Mirada fija, pícara, provocativa. Convicción en los movimientos. Gestos marcados, atractivos, atrayentes. Sonrisa Celestial. Olor de ensueño. Cruel prohibición. Naturalidad en cada rasgo, facción.

¿Alguien tiene el libro donde entender a las mujeres de este siglo? O, en su defecto, el link para descargarlo.

2007/11/17

Tú tenías

Tú tenías un lunar. Único. Perfecto. No recuerdo dónde estaba. Oculto. Era pequeño. Una circunferencia perfecta. Cuando al abrir los ojos se aparecía ante mí, la palabra “felicidad” se ordenaba en la cabeza. La vida tomaba sentido, se definía. Aquello era estar vivo. Pequeño. Frágil. Delicado como una princesa. De esas que se mueren de nostalgia si están lejos de su reino [1]. Nostalgia. Parecía intocable. Daba miedo acercarse. Intentar alcanzar el sueño. Símbolo de satisfacción. Seguridad. Te tenía cerca. Eras tú. Ahí. Y estaba yo. No otro. Yo. Aún, con los ojos cerrados ese punto, tu punto, se dibujaba en mi sien. Taladraba mi cráneo. Más tarde, quedaba cubierto. A buen resguardo. Oculto. Protegido. Ansiado. Ansiaba verlo. Sentí ansiarlo todo, pues todo era mi vida [2].


Alguien dijo que las cosas existen porque alguien piensa en ellas, y no al revés [3]. Entonces tú existes, tu lunar existe. Ansío cada noche teneros. Existís en mis recuerdos, llenáis mis pensamientos, saturáis mis sueños.

Tú tenías un lunar. Tenías.

Yo no tengo en quien pensar. Tenía, pero hace tiempo, ahora ya no tengo más.
Los ejes de mi carreta - Atahualpa Yupanqui

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[1] Princesas
[2] La vi – Paso a paso
[3] Princesas

Lloro por dentro

Te crees con derecho para juzgar, para decidir sobre la vida. Para asignar preocupaciones, calificarlas y clasificarlas. Igualas la incertidumbre del día veinte con el color de una simple camiseta. El destino de un viaje con el sueño de poder hacerlo. Juegas con las vidas, a sabiendas de que la tuya está perpetuada. Ignoras los sentimientos, los problemas y las discusiones. No sabes qué es el sufrimiento, te limitas a producirlo y venderlo en pequeñas dosis. Tu existencia no entiende de límites, nunca ha llegado a ellos.


Me da rabia, tengo los puños cargados de odio. Lágrimas de impotencia recorren mis mejillas, como gotas de lluvia unidas en una hoja, huyen de mi rostro. Los ojos rojos, húmedos, nublan el paisaje, distorsionan mi realidad, la muestra más clara que nunca, incierta, indefinida. Sentado en el metro, con la soga al cuello, presión en mi laringe, llantos en el corazón, han huído de mi garganta, para no molestar al resto de viajerxs. El sol resalta sus figuras alrededor, a mí ya no me ilumina.

Hijx de puta, valiente hijx de puta. ¿Quién hostias te crees que eres? ¿¡Eh!?

Dejame decirte una cosa: no quiero morir en vida, ¡no voy a morir en vida! ¿¡Me oyes!?

Todas las noche lloro por dentro, la injusticia me ataca y el desamparo se adueña de mí. Tiemblo de soledad entre las frías sábanas, gritan mis ventrículos. Pero, al cerrar los ojos, mi cabeza me muestra una salida, los sueños me enseñan una alternativa. Recobro fuerzas para desfigurarte la cara a puñetazos, para destrozarte esa sonrisa de suficiencia, de poder, para ver la sangre correr por tu pecho. Mientras la ilusión siga visitándome cada noche, las lágrimas derramadas tendrán una razón de ser.

2007/11/14

Kit básico de supervivencia

-Bolígrafos, unos cuantos azules y alguno rojo
-Lapiceros y gomas de borrar
-Folios sucios y cuaderno de paranoias, por si acaso
-Lectura: un libro, artículos y ejercicios
-Películas y documentales, por si las moscas
-CD de Ubuntu
-Tabaco, papel, cartones y mecheros, muchos mecheros
-Calculadora
-Compás, ecuadra y cartabón
-Sombra de ojos
-Rotuladores permanentes: gordo y de punta fina
-Un par de pendrives
-Cutter
-Tornillos
-Condones
-Baraja de cartas
-Muñequeras, un par
-Cargador del movil
-Cargador del mp3
-Celo
-Tijeras
-Cable de red
-Buff
-Kleenex
-Una hoja pintorrojeada, llena de tachones, emborronada por la lluvia y en estado de semidescomposición para no olvidar
-Una chaqueta gorda
-Contenedor espacioso y cómodo
-La cabeza, a poder ser entre los hombros
-Calzado cómodo y ya está todo listo para ir a cualquier parte

2007/11/12

Lo has dicho todo

- Prefiero aclarar ciertos puntos antes de nada, no vaya a ser que tomemos ideas equivocadas y luego haya que lamentarlo. ¿Nosotrxs qué tenemos?

- ¿Cómo que qué tenemos?

- Sí. Quiero decir, nos liamos hace un mes y pico, y desde entonces hemos quedado todos los findes. ¿Tú a eso cómo lo llamas?

- Bueno, se puede decir que estamos saliendo, ¿no?

- Define saliendo.

- Pues que tenemos una relación de pareja.

- Que tenemos una relación es obvio, desde hace unos años. Que somos pareja, de cajón también. Pero creo que te refieres a algo más. Me refiero a un sentimiento por encima del que podemos sentir por cualquier otra persona. Un ejercicio de compromiso y fidelidad, de confianza. ¿Me equivoco?


- No, supongo que algo así.

- Por eso mismo quería hablarlo. Poniendo los puntos sobre las íes, a mí me gustas, en el sentido más amplio de la palabra. Por eso hemos quedado unas cuantas tardes para ver alguna película, dar una vuelta o acabar discutiendo. Coinicidos en muchas cosas, básicas, y eso me gusta. No estamos de acuerdo en otras tantas, y me encanta.

En la cama me lo paso bien, disfruto y aprendo, me relajo y altero, no tengo ningún problema. Y eso que las veces están todavía contadas. Pero, así y todo, no puedo exigirme fidelidad hacia ti, ni obligación. Si me gusta estar contigo es por eso mismo, porque lo hago cuando quiero, sin ningún tipo de presión. Me gusta tener la libertad de poder decir que no, y que me lo digas sin esperar movida por ello.

Además, el sexo ya lo tenemos, y no encuentro ninguna diferencia más comparando con cómo estábamos. No vamos a casarnos, ni a tener hijos, no vamos a adoptar una hipoteca, no a corto plazo al menos. Los problemas los vamos a tener igual, y no se me van a taponar las orejas de repente.

Pero, al igual que contigo, quiero poder quedar con cualquier otrx, para lo que sea, cuando sea, tirármelx sin cargo alguno de conciencia. No quiero querete por encima de todo lo demás, porque cuando falles me caeré sin remedio. Ya lo he hecho antes, y paso. Además, luego tengo que aprender a pedir perdón, pierdo la sinvergonzonería, la nula preocupación por “¿qué estará pensando estx de mí?”

Y bien, ¿qué dices?

- Ni que me hubieras dejado respuesta, lo has dicho todo.

2007/11/06

Visos de locura

Toda expresión artística no tiene que tener un porqué, una razón de ser, un objetivo final más allá del hecho de haber sido creada. La propia satisfacción por la creación es ya mérito suficiente. Ocupar el tiempo en algo que tranquilice y entretenga, frutos tangibles del atosigante ocio. Aunque bien es cierto que, a menudo, éstas buscan transmitir también un mensaje, quieren dar a entender algo por los medios que les han sido otorgados. Un gesto de agradecimiento, de reprimenda o de tremenda admiración, todo es posible.

No siempre debe quedar explícito a ojos de cualquiera, y son muchas las técnicas a nuestro alcance para desviar el propósito final, si es que lo hubiera, pero logrando mantener al mismo tiempo, intentando al menos, la atención de quien lee. Se puede, de mientras, encauzar a alguien en concreto para que interprete aquello que no está escrito, el mensaje más oculto que las frases entre líneas.

Podría comentar ahora mismo, por ejemplo, la curiosa forma que tienen en mi pueblo de subir las compras a un piso sin ascensor. Lo explicaría, sin duda, indicando que desde mi casa pude ver la semana pasada cómo un hombre subía gracias a una polea motorizada las bolsas que su mujer iba cargando en la acera. De hecho, podría ser una buena idea ilustrarlo con una fotografía tomada en tan inusual momento.


Otra alternativa sería mencionar la diferencia de edad que me separa del mayor de mis hermanos. Un número redondo, como los vasos de cubata. Y es que coincide con el precio de cindo combinados en cierto bar de un pueblo limítrofe. El primero en ser, a la vez, múltiplo de tres y cinco. “Meses” se apellida, y es innegable la importancia que en mí ha tenido durante este último año.

Puede parecer del mismo modo intrascendente comentar el esfuerzo que me supone ahora mismo elevar mi cuerpo de una butaca cualquiera, y los pinchazos estomacales que acompañan a dicho gesto. O incluso mencionar el dolor de bolas que me acompaña a todas partes. La incómoda sensación que sienten mis piernas al subir las escaleras, o simplemente caminar con acelerado. Nota mental: tengo que acordarme de hacer más ejercicio.

Comentarios inconclusos e incoherentes, puede, pero no del todo inútiles. Suficientes para un discreto agradecimiento y para esbozar gestos de asombro, transmitir visas de locura o directamente lanzar flechas de incomprensión. Un texto sólo por escribir, por ver qué sale, cómo. Por analizar por qué ha salido, cuándo y dónde. Por concluir para qué. Una expresión artística sin un porqué inicial, pero con un objetivo final.

Si no has entendido nada, me alegro, ése era el fin. Si lo has hecho, eskerrik asko denagatik, eta badakizu erantzunaren zain nagoela.

2007/11/04

Ríos de ácido

El calor es insoportable, percibo el sudor de todxs lxs asistentes a este ritual con cada nueva bocanada. Es así como lxs sitúo, pues me cuesta verlxs. La capa de humo que se ha formado y el vergonzoso estado de mi vista me lo impiden. Salgo a tomar un poco el aire. Para suavizar el contraste, dejo que las cenizas bailen a mi alrededor.

Un rato después, no sabría decir cuánto, vuelvo a entrar. Es inútil. Decido abandonar la estancia y recorrer solo los metros que me separan de la cálida cama que me espera. Abrígome e inicio la huída. Siseando por la acera, “Marea” como banda sonora.

Sistemáticamente introduzco mi mano en el bolsillo interior y extraigo de él un trozo de plástico verde. Encuentro el billete que obliga a los guardianes a abrirme paso. Con mi llegada desaparecen en sendas ranuras, y sin mayor complicación accedo al interior. Veinticuatro minutos de espera me quedan. Decido dejar mi cuerpo reposar sobre un objeto metálico rectangular ligeramente agujereado.

Poco a poco, percibo que mis ojos se cierran. Cada vez que los abro, algún ente invisible los agita impidiéndome enfocar correctamente. El grupo que suena cobra más fuerza cada vez. Normal, he apoyado la mano izquierda en “vol +”. Lo ajusto y obligo a mis pies a soportar el peso de todo el cuerpo. “Mejor imposible”, camino lentamente esquivando las juntas que dividen las baldosas del suelo. El letrero luminoso que se encuentra imponente a media altura marca algún minuto menos conforme voy completando vueltas a mi circuito particular. Decido, a fin de aligerar la espera, mirar únicamente tras haber completado, al menos, un par de vueltas. Dieciocho, dieciséis, catorce, doce, diez, ocho, seis, cuatro... Dejo de mirar, me he aburrido.


Un ruido familiar llama mi atención repentinamente, aún por encima de la música. Una gran serpiente con ojos blancos y la frente serigrafiada en rojo se acerca sobre dos raíles de metal. Con curiosidad toco un botón y me abre sus puertas. Accedo, acepto su invitación. Un joven ronca a la derecha. Junto a él otros dos conversan alegremente. Éstos llevan boina y un consolador colgado a la cintura. Detrás, esposas enfundadas en cuero. Yuyu. Mejor me siento a la izquierda.

Parte la nave, siguiendo un recorrido más tortuoso que nunca. Siento que mis ojos vuelven a tener problemas de enfoque. Pero aquí el paseo no es una opción viable. El suelo carece de baldosas y su estabilidad goza de un sorprendente factor de duda. Pasa una estación, pasan dos, llega la tercera. Contracciones inconscientes cobran fuerza en mi interior. No, aquí no. Vete a saber lo que te puede hacer la pareja del cuero. Aguanta hasta la siguiente. Pero, buf, luego hay que esperar media hora hasta el siguiente. Total, sólo faltan tres más para llegar. No, no puedo.

Mis pies se dirigen a la salida, esta vez los guardias tardan más en apartarse, y reciben mi primer saludo como reprimenda. Giro la esquina, apoyo las manos sobre la pared y agacho ligeramente la cabeza. Siento como ríos de ácido corren por mi interior, fluyen libremante a través de mi gargante, de mis orificios nasales. Abro los, ojos, y compruebo cual había sido mi cena, por si acaso se me había olvidado. Parece que no hay una fuente cerca, y sólo dispongo de una servilleta. Tengo trozos de macarrones metidos hasta el tuétano.

Con poca discreción, pues la hora no la requiere, expulso cuanto puedo de mi interior, y me dirijo con paso lento y curvado hacia casa. Sabor ácido y amargo en mi boca, con un pequeño trasfondo dulce. Cuarenta minutos de divagaciones me esperan. Cualquiera sabe qué puede suceder...

PD: Ahora puedo decir más que nunca que “vomité mi alma en cada texto que escribí” (Modificado de Jesucristo García – Extremoduro).

Electro-sex

Mi relación con la música electrónica nunca ha sido especialmente estrecha, más bien podría describirse como una sucesión de tormentos. Y es que a ella han ido a parar inconscientemente las causas de desgracias todos estos años. Ha resultado ser una alcantarilla perfecta donde tirar toda la mierda. A ello han contribuído mi nulo sentido musical y los estereotipos vigentes, a menudo confirmados por ciertos especímenes calificados como humanos. Durante largo tiempo, estos prejuicios y odios han estado extendidos también al hip-hop y en gran medida al pop. Poco a poco voy consiguiendo perpetrar una mínima distinción entre imagen y contenido, y soy más o menos capaz de escuchar algunas canciones y grupos sin que esa insoportable sensación de asco y ganas de vomitar me invadan, sin que la repulsa cause erupciones en mi piel, y sangren mis oídos. Empiezo a relacionar los estilos con situaciones/actitudes que me resultan gratificantes, incluso excitantes podría decir, pues hacen revolotear mariposas dentro de mí.

El otro día, después de llegar de no sé dónde o hacer no sé qué, me quedé solo en casa. Bajé la persiana que durante el día impide a los rayos quemar mi piel, cerré la puerta para que ningún alma errante entrara a mi redil, puse a tope la banda sonora de “Réquiem por un sueño” y me tumbé sobre la cama.


Yacía allí, sonaba “Summer overture”, y pensé en lo guapo que sería echar el palo con esa música marcando ritmo. La música ambiente que normalmente me agrada está más cerca de un “Hoy te la meto hasta las orejas” (Extremoduro), “Alucinante” (Platero y tú) o “Un perro como tú” (Poncho K). Canciones bastante más explícitas, todo hay que decirlo. “El roce de tu cuerpo” (Platero y tú) para una reconciliación, seguida de “Corazón de tango” (Doctor Deseo). O “La vereda de la puerta de atrás” (Extremoduro) junto con “Ama, ama, ama y ensancha el alma” (Extremoduro) para un momento bobalicón. Resulta más fácil, pero, que los pulsos de mi cuerpo sigan el ritmo de una base marcada que el de una guitarra eléctrica. La batería queda cubierta por la voz en el orden de prioridades, por lo que tampoco resulta un punto de referencia válido.

Allí estaba yo, tumbado en la cama, boca arriba, en estado quasiletárgico e imaginando un polvo hasta el culo de éxtasis con luz ténue, cuerpos sudorosos, y “Party” taladrando mi cerebro, moviendo mis brazos, mis dedos, mis llemas, moviéndome, “Lux Aeterna” agitando mi pecho, mi pelo, mis piernas, agitándome, guiando mis labios, mis pensamientos, guiándome.

En fin, algún día.

Prostituyendo la web 2.0

Hace tiempo surgió un concepto tan desconocido como extendido y utilizado hoy en día. Versaba sobre el gran salto en que se vio inmersa la red con el cambio de interacción por parte de lxs usuarixs. La información unidireccional, el sistema a través del cual los datos llegaban únicamente del creador de un espacio a lxs visitantxs, se vio revolucionada por todos los mecanismos sociales que se crearon. Surgieron de repente nuevas alternativas de fácil manejo para que cualquiera con un rato libre pudiera tener su pequeño hueco en el vasto océano. Ahora todxs participábamos de la web, todxs podíamos tanto subir como bajar archivos, las opiniones no estaban delimitadas a aquellas bocas con conocimientos avanzados. Gestores de contenidos los llamaron, y aquí se incluyen las atractivos sistemas de foros, así como todo tipo de bitácoras y las conocidas páginas de vídeos, música e imágenes. El abanico es realmente amplio para que tanto lxs más torpes como quienes conocen exhaustivamente los procesos puedan hacer uso de ellos. Nació la red social.


Con el tiempo, las alternativas a nuestro servicio para llevar a cado todas las acciones mencionadas son practicamente innumerables. Las hay de todos los colores, tipos y precios. Y tampoco se libran de las modas. Ni de estas, ni de el interés de las empresas por que el número de usuarios que computa su base de datos sea mayor cada día. Sin entrar a valorar con qué fin se crean y utilizan ciertas “bitácoras”, sin criticar el hecho de crear un sitio donde vanagloriarte de tus fiestas y tu dudoso atractivo físico que te acompaña aderezado con un toque de inmadurez, sin juzgar el hecho de publicar entradas única y exclusivamente por figurar, quisiera de alguna manera llamar la atención sobre la prostitución que está padeciendo.

Que para ser persona tienes que tener un blog, es mentira. Que un flog te da más caché, no tiene veracidad alguna. Por lo tanto, abrir un espacio por el simple hecho de que el resto lo hace no deja de ser absurdo. La apertura de una página requiere de cierta constancia, aunque nosotrxs determinemos el periodo que la caracteriza, y, sobre todo, ganas de llevar a cabo actualizaciones. No debe ser una obligación, es nuestro ocio, debería ser para disfrutar.

Del mismo modo, crearla y actualizarla con mayor o menor asiduidad pero no permitir comentario o réplica alguna supone una estrepitosa carcajada a la proveniencia de aquello que estamos utilizando. Estamos aprovechándonos de un sistema para la interacción, limitándolo a un lugar donde alimentar nuestro ego. Un espacio así, creo, debe estar abierto a la opinión de quien quiera, siempre y cuando guarde un mínimo de respeto. Si el sistema que utilizamos no nos lo permite, hay muchos otros iguales o muy parecidos, como ya he comentado.

De otra forma, sólo conseguimos encontrar mierda a raudales cada vez que navegamos en busca de un blog interesante al que echar un vistazo. Y, la verdad es que desmoraliza más que un vistazo a los apuntes de cálculo...