2007/10/25

Réquiem por un sueño

Los rayos de luz que logran atravesar la persiana me agreden, queman levemente mi piel, escuece. Atormentan mi cuerpo frío, sudoroso, tembloroso. Gotas cargadas de furia corren por él, por cada centímetro de piel. Se estremecen con cada nuevo espasmo involuntario. Puedo oír mis dientes chocarse unos con otros, castañetea el esmalte. Bailan al ritmo que marca el vaivén de la mandíbula. Un caótico son zarandea mis sentidos.

Oigo el incesante ritmo que sigue el reloj...tic...tac...Tic...Tac...TIC...TAC... Suave, delicado, pero penetrante y sonoro. Parpadea el enchufe. Me habla a pequeños flashazos, cegadores, cada vez más directos. Está gritándome. Me increpa. Atraviesan mi retina, la deshacen poco a poco. Incandescentes. Un sonido eléctrico los acompaña. Chispazos ensordecedores, un eterno chasquido. Desmontan mis tímpanos. Se rompen en mil pedazos, como el esmalte, en mil pedazos.


El techo se abre y cientos de manos, de diminutas manos, me agarran. Tiran de mí y me arrastran a lo más profundo de la nada, de la inexistencia, la desesperación. Me acuerdo de los amigos, aquellos compañeros que fueran como hermanos. Veo cómo hemos cambiado, cómo he cambiado. Ya ni me saludan [1]. Aparecen mis padres también. Mi madre llora, sufre. No esperaban que el fruto de su futuro fuera a robárselo a pedazos en billetes pequeños. Viene a mi cabeza aquella gran mujer con quien estuve saliendo. Dulce, cariñosa, atenta, comprometida, independiente, alegre, cordial, hermosa. Como era todo antes de que las incesantes absurdas discusiones fruto del pánico y las desesperación acabaran con nosotrxs, conmigo, con ella.

Yo sólo quería ser feliz, No era mi intención acabar así. Yo quería ser capitán de mi vida, no acabar a la deriva navegando en ríos de cristal, charcos de cristal, ahogándome en cristal [2].

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[1] Aquellos años – Hirurko
[2] Maldita extraña forma – Estrago

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