2007/10/18

A ver si es verdad

Desde hace más o menos medio año tengo permiso legal para sacarme el carnet de conducir. Un ibiza rojo poco mayor que yo estaba esperándome en el garaje antes de que esa fecha llegara, y ahí sigue. Las llaves, por casa. Y tengo una pequeña lucha interior, una dura pugna entre dos partes (sé que hay una palabra más adecuada, pero ahora no la encuentra mi mano) para empujarme a la autoescuela o dejarlo estar un poco más. Todo este tiempo llevan dándose de hostias y parece que no quieren llegar a un acuerdo. Perseverantes en su posición, no dan el brazo a torcer y aguantan estoicamente en el ring. ¡Coño! Parece el panorama político de cierto país...

Estaría bien disponer de un vehículo con el que poder alargar las noches de viernes más allá del último metro. No depender de otras personas para ir de partys. Ahorrar tiempo en vacaciones. Tener mayo movilidad al depender únicamente del deposito y no de horarios preestablecidos. El volúmen de material podría ampliarse sin problemas, pues en la furgoneta entran bastantes más cosas que en mi mochila, y además aguanta el peso un poquillo mejor. Se acabaron los problemas cuando los planetas se ponen de acuerdo con Murphy para alinearse cuando llueve y la casa está ocupada, las campas empapadas, los centros comerciales a rebosar y los servicios indecentes. Me resultaría más fácil llevar cosas a Bilbo, o traerlas, y podría hacer lo propio con mi hermanos, dejando así algo de tiempo libre a mi ama. Por otro lado le daría uso al coche que, al fin y al cabo, lo pusieron a punto para mí. Y casi va acabar usándolo mi hermano antes que yo.


Pero, sería otro inconsciente más con coche rojo para cualquier aseguradora. A éstas no se les paga con sonrisas, además, y la gasolina no aparece en el depósito por ciencia infusa. Mis costumbres nocturnas no son especialmente saludables que digamos, aunque van por temporadas. Y un zombi al volante tiene su peligro; no se puede llevar un arma de 1000kg por la calle como si nada. Conociéndome y viendo el asombroso control que tengo, acabaría con una dependencia excesiva de cuatro hierros con ruedas. Sería mi ruina, económicamente hablando. Supondría la pérdida de una de mis casa: los transportes públicos. Se irían con ella las horas dedicadas a la lectura y a plasmar mis pensamientos en papel. Colaboraría con la proyección estelar de una banda formada por instrumentos de una calidad explosiva. La misma que invade cada día y noche las ciudades de todo el mundo, que ocupa los pueblos y que poco a poco ataca cualquier zona virgen. En cada sitio mencionado habría una plaza para mi posible visita y estacionamient, forzando así curiosas excavaciones perpétuas en un intento desesperado por reunir al mayor número de bichos en la basura más pequeña.

Tendría, antes de todo eso, que sacarme el carnet, para lo cual es requisito sine qua non pedir un crédito a la entidad más cercana: mis padres. Otra alternativa sería reducir drásticamente las consumiciones de entresemana e incluso las de viernes y sábado noche. Tendría que dedicar tiempo a mirarme el libro bien y hacer unos exámenes. Por no duplicar, triplicar o cuadruplicar el precio y que el crédito acabe siendo vitalicio, más que nada. Esa no es una magnitus que haya sobrado especialmente en mi agenda desde que la utilizo, y menos ahora que entre viajes y dibujitos se ha reducido considerablemente la sensación de ociosidad que el año pasado me invadía.

He estado unas cuantas veces ya a punto de dar mi nombre para tan noble salto en el camino de mi socialización y mi reconocimiento como un miembro digno de la especie, he echado un vistazo a varios test y he indagado algo; siempre he encontrado algo más interesante y fructífero que hacer. Pero bueno, antes de casarme tendré carnet :). Por poner algo más probable, digamos que antes de que los profesores me den mi última nota. ¡A ver si es verdad!

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