2007/11/17

Tú tenías

Tú tenías un lunar. Único. Perfecto. No recuerdo dónde estaba. Oculto. Era pequeño. Una circunferencia perfecta. Cuando al abrir los ojos se aparecía ante mí, la palabra “felicidad” se ordenaba en la cabeza. La vida tomaba sentido, se definía. Aquello era estar vivo. Pequeño. Frágil. Delicado como una princesa. De esas que se mueren de nostalgia si están lejos de su reino [1]. Nostalgia. Parecía intocable. Daba miedo acercarse. Intentar alcanzar el sueño. Símbolo de satisfacción. Seguridad. Te tenía cerca. Eras tú. Ahí. Y estaba yo. No otro. Yo. Aún, con los ojos cerrados ese punto, tu punto, se dibujaba en mi sien. Taladraba mi cráneo. Más tarde, quedaba cubierto. A buen resguardo. Oculto. Protegido. Ansiado. Ansiaba verlo. Sentí ansiarlo todo, pues todo era mi vida [2].


Alguien dijo que las cosas existen porque alguien piensa en ellas, y no al revés [3]. Entonces tú existes, tu lunar existe. Ansío cada noche teneros. Existís en mis recuerdos, llenáis mis pensamientos, saturáis mis sueños.

Tú tenías un lunar. Tenías.

Yo no tengo en quien pensar. Tenía, pero hace tiempo, ahora ya no tengo más.
Los ejes de mi carreta - Atahualpa Yupanqui

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[1] Princesas
[2] La vi – Paso a paso
[3] Princesas

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