Páginas 209-210
”- Mire, Magda – dije -, voy a ser sincero. Podría decirle que la estimo demasiado para quedarme aquí mientras usted se convierte en la amante de cuaquier hombre que pueda ayudarle en su carrera. Pero eso no sería cierto. Si la quisiera un poco más, quizá me quedaría. El hecho es que debo vivir mi propia vida. Y, sencillamente, no se halla en esta dirección.
Magda me miró, mientras de sus ojos brotaban las lágrimas. Estaba jugando su última carta.
- Si es por Ana – dijo-, usted sabe que no me importaría. Quiero decir, que quizá no me importaría. Solamente deseo que no se aleje de mí.
- Es inútil, Magda – repliqué, y me puse en pie.
En aquel momento la amaba profundamente. Y pocos minutos después bajaba la escalera.”
No podemos ser el centro, prentender que todo el mundo gira/gire a nuestro alrededor. Los amigos, las parejas, los compañeros se cansan y bajan las escaleras. Deciden seguir su camino, como es natural, y de poco sirven las lágrimas.
La lucha consiste en que vuelvan a bajarlas mañana de nuevo, pasado y por siempre.
Si pretendemos tener a alguien más cerca de lo que realmente quiere, no conseguimos más que una repulsa. El exceso de calor lleva al frío, del mismo modo que el exceso de determinación al barranco.
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