2007/04/23

La imagen de tu vida

Anoche, en vista del gran abanico de que disponía para entretenerme, junto con el estado de ligero cansancio que padecía, me senté en el sofá a ver por un rato la tele.

“Zapineando”, di con un programa en TVE, en la primera cadena, titulado “la imagen de tu vida”, si mal no recuerdo. La dinámica del programa, sinceramente, la desconozco, pero básicamente era un recopilatorio de las imágenes emitidas por la cadena en todos los años de su historia, creo.

Entre nacimientos/bautizos/bodas de príncipes e infantas, pude ver, asombrosamente, una gran cantidad de sketches de humor, de debates y de programas destinados al público infantil, como bailes, payasos, dibujos animados… Éstos últimos, para mi mayor asombro, emitidos en su mayoría a partir de las cinco de la tarde, hasta la hora del telediario.

Mi memoria no alcanzaría, en el mejor de los casos, a recordar un tercio de toda esa historia. Y aún así, me es imposible recordar el patético espectáculo que, intentando hablar del “mineralismo”, dio Fernando Arrabal en el programa de Sánchez Dragó, ni muchas de las victorias obtenidas por el deporte español de la mano de Arantza Sánches Vicario o Carlos Sainz, entre otros.

No pude evitar, sin embargo, sentir nostalgia, añoranza por esos años de televisión que nunca he vivido. Tiempos lógicamente idealizados con el tiempo, como tenemos la mala costumbre de hacer con todo.

En uno de los cortes, una señora acudía a un programa de entrevistas, del que no recuerdo quién era el presentador, y le echaba en cara sin ninguna vergüenza que le parecía totalmente respetable su trabajo pero que no dejaba intervenir debidamente a los participantes, que los avasallaba con preguntas, por dar dinamismo o por quedar por encima de ellos, no lo sabía. Comentaba la señora, que la televisión pública era de todos, que la pagaban entre todos y que ella prefería programas didácticos de los que disfrutar con toda la familia, que creía en una televisión por y para todos, aun sabiendo que es imposible tener a todo el estado contento al mismo tiempo.

Al margen del concepto de familia que la señora defendía, en el que yo, por ironías del destino, no creo, echo de menos una televisión que realmente piense en el público, tomando como tal a todo el estado, a niños y mayores, a hombres, mujeres y todo tipo de personas.

De pequeño, recuerdo pegarme madrugones para ver a cuatro chavales dando patadas a un balón en un campo más extenso que el propio sol, o otros tantos saltando y lanzando bolas enormes con el pelo pincho. Digo madrugones porque, por alguna razón entonces desconocida, a mis padres no les gustaba que viera mucho la televisión los sábados por la mañana, y no me quedaba más remedio. Si me dejaban, por el contrario ver a un perro con una espada y cuatro amigos dando saltos contra un cardenal, a un león dando la vuelta al mundo con la inseparable compañía de Rigodón, a una panda de niños y jóvenes paseando en bicicleta al son de una pegadiza melodía, a los payasos de la tele y a otros muchos personajes que, según he podido ver después, son muy anteriores, de la tan añorada época.

Cualquier tiempo pasado fue mejor, dicen. Hace poco, en una entrevista a Adolfo “Fito” Cabrales, le preguntaban si retomaría algún día “Platero y tú”. Su respuesta fue tan sencilla como: ya no tenemos veinte años. Por mucho que nos fastidie a quienes, por un pequeño desarreglo temporal, no hemos podido vivir muchas situaciones, tienen su momento y resucitarlas ahora no sería más que ver a un grupo de cuarentones intentando parecer veinteañeros.

La televisión ofrece respuesta a la demanda, y en función de ello modifica los contenidos y los horarios. Es triste pero que, en el último mes, la televisión me haya enganchado sólo tres veces. Una de ellas un sábado al volver de fiesta a las 3 de la mañana. Otra el jueves pasado a la una de la mañana. Y la última ayer mismo, después de todas las series y reallity shows, sobre las doce y media.

El otro día, pase dos veces por el salón y en las tres mi madre me hizo el mismo comentario: no hay nada en la tele. Si después de comer no había nada, y cuando te has sentado al volver del trabajo no hay nada, ¿por qué sigues haciendo zapping?

La verdad, no sé ni qué estoy criticando, ni qué quiero. Odio la televisión que hay, pero pienso que los payasos de la tele resultarían ridículos ahora. Me parece penoso que haya cuatro reallity shows al mismo tiempo, pero en clase la gente los conoce y ¡yo también los comento! Me encantaría que emitieran los debates a las tardes, para no tener que sacrificar horas de sueño o descargármelos de Internet, pero no estoy en casa hasta las nueve o diez ningún día. Me gustaría haberme tragado el espectáculo de la Luna delante de una pantalla en blanco y negro, y haber vivido el cambio a la televisión. Pero me tendré que conformar con cambiar a una plana, cuando tenga dinero para pagarla.

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