2007/04/24

Puntos comunes

Desde hace unos días una pequeña idea está dándome vueltas a la neurona y no me permite concentrarme como debo. Estos últimos meses los he dedicado a hablar con mucha gente nueva y con otros tantos conocidos ya con los que apenas intercambiaba opiniones. He leído, poco, pero más de lo que acostumbraba antes, sin duda alguna. Especialmente blogs y cartas o artículos de opinión de algún que otro periódico.

No sé si por conveniencia, ceguera o porque realmente es así, tengo la sensación de que, salvando las distancias, hay puntos comunes de opinión. La inexplicable obstinación de los políticos por desbancar a sus supuestos oponentes y vanagloriarse, en vez de buscar alguna solución a los problemas de esta sociedad que nos rodea es uno de ellos. Se suma a la lista la afirmación de que una minoría no es reflejo de todo un grupo social y que, por tanto, no debe juzgarse a todos por las acciones de los descerebrados que se identifican como tales. La telebasura y el control de los denominados “Mass Media” es un tema siempre recurrente; la facilidad con que manipulan nuestra opinión y cómo educamos a los niños con cajas tontas por comodidad, por no estar dispuestos a perder el tiempo que, como padres, no nos pertenece.



Nos somos pocos los que sonreímos inconscientemente al ver que Fernando (personaje interpretado por Federico Luppi en “Lugares comunes”, de Adolfo Aristarain) pone un gran cartel en la puerta de su casa rezando: 1789. Alegando que allí nos quedamos hace tiempo, que esa famosa revolución francesa nunca llegó a darse.

Al fin y al cabo, y por mucho que haya una multitud negada a aceptarlo, resulta cómodo ceder ante el omnipresente sistema y seguir sus directrices. El socialismo y el anarquismo son una preciosa utopía que alabar pero por la que cuatro gatos están dispuestos a luchar, y ninguno de ellos con gran influencia o dinero, no con el suficiente al menos. La justicia la rigen los maletines y las ideologías políticas, perdiendo el valor de justa. La economía se apoya sobre pilares de especulación, un mercado donde comer para no ser comido, donde cuatro peces gordos engullen al resto del banco.

Si realmente la impresión que tengo es correcta, y no son pocos los que comparten de alguna manera mi opinión, teniendo en cuenta que critico todo lo criticable, que gran parte de lo que me rodea me ha resultado despreciable en algún momento, incluyéndome a mí mismo, ¿no sería realmente fácil la primera revolución del siglo XXI? No sé. Yo voy a cenar una pizza con una coca-cola, que esta noche dan Gran Hermano.

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