2008/01/02

Otra identidad

Puedo volar. No quiero decir que me hayan salido alas, en plan ángel, ni que de repente me haya vuelto liviano como una pluma y me deje arrastrar por las corrientes. Aunque podría haber sido. No, lo hago gracias a un vehículo parecido a una moto. Tiene un mecanismo capaz de desplazar la materia, atrapa las moléculas y las recoloca donde le conviene. Haciendo esto constantemente se logra el desplazamiento, y no me caigo. Utilizo una tacnología parecida en una tabla, recuerda a un snowboard, aunque es un poco más grande. A ésta sí le afecta la gravedad, ya que por problemas de dimensiones, es menos potente, así que sólo me mantengo a unos veinte centímetros del suelo. El equipo incluye un reloj, capaz de desmontar cualquier elemento y volver a montarlo donde sea necesario. Por eso nadie los ha visto nunca, los llevo escondidos.


Si no llevo el reloj conmigo, dejo todo en mi cubo. Se trata de una especie de búnker. Aunque suena muy militar, igual poco creíble. Es un edificio de una sola planta, dividido en nueve salas. No está bajo tierra, como seguramente habrá imaginado la mayoría, está en un bosque. Tiene grandes ventanas por las que entra la luz y, en ocasiones, se oye cantar a algún pájaro despistado. Esto último por poco tiempo. Se ve que quieren contruír un tren txu-txu super moderno, y voy a tener que mudar mi casa. Su ubicación exacta, evidentemente, no puedo revelarla, ni la actual ni la futura. Que luego se llena aquello de cámaras y pierde su gracia.

Las salas cambian de distribución aleatoriamente, un par de veces a la semana. Siempre cuando no estoy en casa. Así rompo con la monotonía y guardo el factor sorpresa. Nunca tengo la misma casa. Bueno, sí, pero no sé qué día. Al ser cuadrada y de dimensiones reducidas, todo queda a mano, sea cual sea la posición. Así y todo, a veces es una putada.. Cuando queda el baño en la diagonal de mi cuarto, por ejemplo, o el taller pegado a la cocina. ¡Se llena todo de mierda! No hay quien cocina con serrín y virutas de metal por todas partes. Odio el ruido que mete la sala de ordenadores mientras veo una peli en la de relax. Tampoco es tanta, todo hay que decirlo, pero soy un poco maniático para eso. El garaje y el almacén son los únicos que me da igual dónde estén. Siempre están a mano y no dan problemas. Como del primero salgo por el techo, la flora de alrededor no molestan en absoluto.

Todo el edificio está decorado en blando y negro, con líneas cuadriculadas. Las mesas, las sillas, las baldas... todo son combinaciones de piezas rectangulares. Me viene a la cabeza cierta empresa sueca que sacaría buen partido a parte de los muebles. Para pasar de una sala a otra, hay unas compuertas que se abren presionando en su centro. También está la posibilidad de abrirlas todas, para cuando no hace falta aislar ninguna habitación, o para ventilar la casa.



En la parte exterior, haciendo uso de un pequeño bloque de piedra y algunos árboles tengo una especie de gimnasio. Hay unas pocas vías marcadas para escalar, y zonas donde trabajar flexiones y abdominales. Pero claro, con el tiempo que tenemos por estos lares y la pereza que se sienta sobre mí cada tarde, no les hago mucho caso.

El traje todavía no lo tengo diseñado. Estoy barajando unas cuantas opciones, pero no acabo de decidirme. La licra no me sienta muy bien. Los vaqueros, aunque estoy acostumbrado a ellos, no son muy adecuados para algunas situaciones. El chándal es demasiado informal. Tampoco sé si lo quiero de pieza única o que sean pantalones y camiseta. En fin, tengo tiempo para decidirlo, que todavía me quedan dos exámenes para el HERRI (Héroe Reconocidio de mi República Independiente).

La verdad es que están bien el garito, y los aparatejos. Se vive bien así. Puedo desplazarme rápido y así hacer muchas cosas casi al mismo tiempo. Lo que pasa es que es un poco aburrido tener que hacerlo sólo. Pero bueno, es lo que hay. Al menos a través de estas líneas puedo compartir mi segunda identidad, amparado por el anonimato que me conceden.

¿Quién dijo que los sueños son cosa de niños?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

nik dinot ametsak umeen gauza direla, baina nork esaten du halduek ere ez dutena ume bat beraien barnean?

Anónimo dijo...

Los sueños son cosa de mentes muy despiertas. ;-D