2008/03/02

La ley del “yo nunca he...”

La Ley de Godwin postula que, conforme avanza una discusión en internet, la posibilidad de que aparezca una comparación con Hitler o los nazis sin venir a cuento tiende a cero. De ahí que se conozca también como “regla de analogías nazis de Godwin”. Realmente no se refería a toda la red en un principio, pero ha acabado extendiéndose. Se considera que, al suceder esto, quien la haya cumplido pierde automáticamente la discusión. Se trata de la salida fácil cuando los argumentos válidos se han esfumado.

Me gustaría hacer una pequeña analogía con ese conocido juego de kinito o litros: el “yo nunca he...”. Siempre con la pequeña diferencia de su aplicación al sexo. En este caso, no hace falta que avance en exceso, pues ya roza el infinito desde la primera intervención. Es comprensible hasta cierto ùnto que sea ésa la variante más llamativa, pero condena irremediablemente al juego, puesto que nuego la participación de todxs lxs que no lo hayan practicado. Hay muchas otras situaciones, sin estrógenos no testosterona de por medio, que pueden resultar divertidas, con las que es posible meter algún que otro vacile, y pasarlo igualmente bien, lo que importa, al fin y al cabo. Por ejemplo, haber ido de locaza a un concierto, el coqueteo con ciertas drogas o jugadas de clase.


En base a lo expresado, “La ley del yo nunca he...” debería, en mi opinión, redactarse y aplicarse rigurosamente. Podría formularse de la siguiente manera.

Ya que al jugar al “yo nunca he...” las posibilidades de que aparezca el sexo como tema principal y se ancle en dicha posición empieza desde el infinito, lxs participantes deberán evitar utilizarlo sin antes haber expresado afirmaciones de diferente temática. Por cada formulada, podrá optar una vez por el sexo. En caso contrario, deberá beber el número de tragos acordado antes del comienzo.

A mí también me gusta el sexo, mucho además, negarlo resultaría absurdo, pero creo que todo el mundo debe participar. Amén de que una mayor variedad le otorga más gracia al juego. La falta de imaginación lo limita al sexo oral, el anal, los lugares públicos y la cama de los padres. Muy triste.

Yo soy el primero en tomar nota de quién traga, quién escupe, qué puedo encontrarme en el cine si no ando con cuidado y las prácticas onanísticas de mis contertulixs, pero con cierta moderación.

Aun así, aunque se cumpliera rigurosamente la extrapolación de Godwin, creo que la partida del viernes dejará mella en mi memoria. Cierta pareja, la rubia y la morena, me rompieron en mil pedazos la imagen que tan concienzudamente les había creado.

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