2007/09/14

Muerte accidental

Acabar la carrera, pronto a poder ser. Encontrar un trabajo, buen trabajo, y ascender. ¿Hasta dónde? Lo máximo posible, cuanto mayor sea el salario, mejor. ¿Las horas? Importan, sí, pero si el sueldo lo merece... Relacionarme con una chica, formar pareja. Comprar una casa, nueva y bonita, aunque tenga que hipotecarme, eso por supuesto. Tener hijos, más de uno a poder ser. Con cuarenta, cincuenta años la vida solucionada: familia, trabajo, salud y una mujer que me quiera. Eso es todo, normal.

Ella está en el horizonte.
Me acerco dos pasos,
ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos
y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine
nunca la alcanzaré.
¿Para qué sirve la utopía?
Para eso sirve:
para caminar.
[1]


Lo siento, pero no, muchas gracias. Ya hay otros para seguir los cánones, las modas y valores preestablecidos. A mí me resulta aburrido ser unx más. La vida es para romper límites o, aunque sea, jugar con ellos. Me niego a verme dentro de un cuarto de siglo y darme cuenta de que sólo he hecho lo que se esperaba de mí, lo que hacía cualquier otra persona con mi misma edad. Espero, por el camino, tambalear algún que otro dogma, aunque su aturdimiento no escape de mi habitación. Viajar y ver lugares nuevos. Ni Salou ahora, ni Punta Cana en una década, ni Benidorm con el bus del inserso. Algún día, más o menos lejano ahora, aunque la vida da muchas vueltas, coger la mochila y una furgoneta, la bicicleta, un velero, qué más da, marchar durante un tiempo. Habitar una casita sin televisión, ni teléfono, ni Internet. Relacionarme con las páginas de un libro, la flora y fauna que me rodeen y la cultura en que aterrice.

Espero ese día llegue antes de presenciar la “muerte accidental de un joven idealista[2]. Antes de ser consciente de que ese titular permaneció largo tiempo en mi mesa y no fui capaz de pararme a leerlo.


Jans: ¿Felices? ¿Cree que son felices Hardenberg? Fíjese, mire a su alrededor, bájese de su coche de empresa y camine por la calle. ¿Parece feliz alguien o más bien parecen animales asustados? Mire a la gente sentada en sus cuartos de estar, todos pegados a la tele, escuchando elegantes zombis que hablan de una felicidad que ni siquiera conocen. Conduzca por la ciudad. Verá suciedad, superpoblación. Masas en los grandes almacenes, arriba y abajo, como robots, en las escaleras mecánicas. Nadie conoce a nadie. Creen que la felicidad está al alcance de su mano, pero es incalcanzable, porque ustedes se la robaron. [...] Las enfermedades mentales aumentan cada día que pasa; asesinos en serie, personas destrozadas, violencia sin sentido. No pueden alinearlos con concursos y consumismo, y los antidepresivos no darán resultado eternamente. La gente está harta de este sistema de mierda.

Hardenberg: Sí, tengo que admitir que algunas de las cosas que estáis diciendo son ciertas, pero os equivocáis de cabeza de turco. Yo sigo el juego, pero no he inventado las reglas.

Peter: Lo que importa no es quién inventó la pistola, sino quién aprieta el gatillo.
[3]


Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción genética[4], me repito a mí mismo una y otra vez. Me gusta por ello vivir el día y la noche con trajes cambiados. Aborrezco los divertimentos extendidos y los planes vacíos de causa o razón. Aún no puedo afirmar haber hecho nada digno de especial mención, y, sinceramente, dudo llegar a hacerlo. Pero el simple hecho de sentirme diferente, especial, raro, friki si dejamos a un lado los eufemismos, me da fuerzas para volver mañana a un exámen, vestirme “bien” para un acontecimiento “importante” o ir al último bar de moda.

Toquemos madera para que dure, por lo menos, hasta que los restos de mi cuerpo ardan como ellas y “vuelen libres al sol y al viento repartiendo el amor que tengo dentro[5].

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[1] Ventana sobre la utopía – Eduardo Galeano
[2] Fragmento de “Muerte accidental de un anarquista”, canción de Los muertos de Cristo, con la obra de Darío Fo, del mismo nombre, como tema. Ésta cuenta en clave humorística los hechos acaecidos en Milán en la década de los 60, cuando un joven anarquista falleció tras caer por la ventana de una comisaría, mientras estaba siendo interrogado.
[3] Fragmento de la película “Los Edukadores”. Aparecen también parte de éste y otros fragmentos en “Agita y dispara”, canción de Típico pero cierto.
[4] Frase atribuída a Ernesto “Che” Guevara.
[5] Fragmento del poema “Ama, ama, ama y ensancha el alma” de Manolo Chinato, cantada por Extremoduro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

esperemos ke puedas realizarte, aunke lo tienes bastante jodido. esperemos ke no akabes kon tu adosadito, el perro, el monovolumen y una familia feliz ke te askee hasta la desesperacion. esperamos no tengas ke konvertirte en un misero escarabajo encerrado en su habitacion. aunke por desgracia no todo depende de nosotros, y menos aun cuando deseas konpartir kon alguien tu futuro. me da la impresion de que seras, komo muchos otros, un frustrado mas. lo siento...

Opositivo dijo...

La respuesta merece ser más extensa de lo que aquí cabe, ya me encargaré de hacértela llegar.

No podía dejar este mensaje sin responder, pero, supondría una ración extra de escasa educación.

Simplificándolo mucho, creo para la frustración hace falta límites muy altos y poca capacidad de conformismo. Aunque no lo parezca a veces, de lo segundo tengo un pelín, por cojones a menudo. Y lo primero, tampoco vuelan tan alto mis pájaros ¿o sí?