Grandes, brillantes, sinceros, expresivos, simpáticos, claros, egoístas, oscuros, perdidos, tímidos, imponentes, agresivos, directos, tiernos, dulces, penetrantes, temblorosos, seguros, dubitativos... ¿Qué tienen esos ojos que me vuelven loco? Esas ventanas del alma, transmisores de sentimiento, de opinión, de prejuicios. Delatores de la vejez [1], de la mentira, de la ironía. Puerta de la ilusión, el amor y la risa.
Podrían haber sido una parte más del cuerpo, simplemente sujetos a variables estéticas. La naturaleza quiso que así no fuera y no alcanzo a entender el porqué. Capaces de tranquilizar al/a más temerosx y exaltar al/a pacíficx. Bien dominados y utilizados resultan la peor de las armas, síntoma del engaño, la desidia, la envidia. No es fácil hacerlo, pero, y las circunstancias los obligan, a menudo, a ocultarse, esconder su belleza, su atracción, su vida.
Ningún gesto transmite tanta satisfacción como una mirada cargada de complicidad, de agradecimiento, de ternura. Capaces de salvar las barreras que a cualquier otro lenguaje detienen: edades, culturas, razas, especies.
¿Qué tienen esos ojos que me vuelven loco? Esas ventanas del alma, delatores y puerta.
[1] Ojos – Los Suaves
Ojos, memoria y rencor de Dios, pozos de los deseos, agujeros de los sueños, fosas de la ilusión, testigos de todos los días, delatores de la vejez. No son ojos porque los ves, son ojos porque te miran. Persianas de la verdad, ventanas de las mentiras, cañería de lágrimas, desgües de las risas, cortinas de los pecados, vendas de las heridas. No son ojos porque los ves, son ojos porque te miran. Ojos, de noche más de tres mil, de día uno grande y solo, faros que entre dos luces centellean para ti. Cuanto más grandes son, más grande es la pena que sientes, al cerrarse para siempre. Ojos, medidas del dolor, de nuevo caen gotas del cielo, vuelve Dios a llorar. No los cierres esta noche, que quiero conocer el mar. Sollozos prontos a caer, candelas, pavesas frías. No son ojos porque los ves, son ojos porque te miran. Ojos, dime de qué color son los de quien tienes al lado, del último con el que has soñado, del que anoche te besó, dime si has soportado, ayer antes de dormir, tu mirada en el espejo. Yo no te veo, pero Dios sí. Cae el telón, abre los ojos. Cuando mueren a los muertos se lo vamos cerrando, porque saben el secreto que guardan para nosotros. No queremos conocerlo; miedo a todo lo que ves y vio. Memoria y terror de Dios, secreto, miedo y terror que guardan para nosotros. Castigo, castigo de Dios, castigo del que no tiene nombre. Sol que moja, agua que quema, amargura del mundo, pozo sin fondo. ¿De qué color son los ojos de Dios? Lágrimas contra el viento. Médico de enfermo, amante del amante. Ojos...
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