Ha llegado ya, más rápido de lo esperado, de lo deseado, pero está y no hay nada que hacer. Es la universidad. La verdad es que todavía no acabo de creérmelo. Sólo he tenido que ir una semana a clase y ha sido más una broma que otra cosa cualquiera. Las sensaciones, como no podía ser de otra manera, contrapuestas.
Todavía no sé cual va a ser mi horario exacto, pues los profesores están haciendo todavía los grupos y no nos han facilitado la información relativa a las prácticas. Lo que sí es seguro, creo, es que no tengo clase por las tardes, algo que me jodía bastante. Solamente tengo que asistir tres lunes cada cuatrimestre a las prácticas de “Electrónica Analógica”. Por lo tanto, el reparto se queda en unas 4-6 horas teóricamente ininterrumpidas de clase todos los días, a partir de las 8. Y digo ininterrumpidas porque todavía no ha llegado antes de y diez ningún profesor y el de dibujo ya nos ha indicado que lo más probable es empezar las clases a y media los miércoles, pues tiene que venir desde Donosti y la carretera es una maravilla. En fin, “Welcome to La Casilla” que diría algunx.
Sobre las asignaturas poco puedo decir todavía. No hemos hecho gran cosa en la mayoría de ellas, aparte de las presentaciones, claro. La forma de dar clase me ha gustado en general. Los profesores llevan un ritmo bastante rapidillo, pero el material que utilizan facilita muchísimo la comprensión de la materia. El proyector de clase pasa más tiempo encendido que en descanso, dinamizando mucho la clase. En “Fundamentos Físicos de la Ingeniería”, física a secas para los amigos, después de explicar y discutir sobre la inducción y los efectos de ésta, una aplicación java nos mostró visualmente qué efectos se producián en un ejercicio concreto, por ejemplo. No sé si estará directamente relacionado con el archiescuchado “Proceso de Bologna”, o simplemente algunos profesores han salido especiales, pero se agradece. Un apartado de la nota en la asignatura recien mencionada, un 40% aproximadamente, está directamente ligado con la participación en clase, la entrega de trabajos/prácticas y la asistencia a seminarios. Esto forma parte de la evaluación continua, como alternativa a la tradicional consistente en un examen. En dibujo, “Expresión gráfica y diseño asistido por ordenador” oficialmente, todo el contenido del curso está colgado en un sistema Moodle dentro de la página de la UPV desde donde podemos, además de descargarlo y entregar trabajos, participar en foros y plantear preguntar, además de responder las de los compañeros. Algo a tener en cuenta por el profesor, siempre y cuando el examen esté aprobado en febrero.
La incontinencia verbal que me caracteriza no se ha hecho experar y ya he respondido a alguna que otra pregunta, con mayor o menor acierto evidentemente. Al de física ha parecido gustarle. Esperemos no darle razones para cambiarme la cara a lo largo del curso.
El total de asignaturas este curso es de nueve, siendo sólo tres de ellas anuales. Estoy dando seis a la vez, por lo tanto. La mitad de las cuales podríamos englobarlas dentro de las matemáticas. Y creo que me van a ensanchar el ano hasta límites insospechables, especialmente en “Teoría de circuitos” donde vamos a un ritmo de tema por día y del que sólo recuerdo la representación gráfica de una onda sinusoidal después de dos horas de clase. Digo representación gráfica porque es eso exactamente lo que tengo en la cabeza: una línea con dos curvas pronunciadas. De las tropecientas ecuaciones y variaciones presentadas creo que alcancé a entender que la t minúscula hace referencia al tiempo. En fin, habrá que ponerse las pilas.
Lo peor de todo no son ni la nula información recibida, ni las hostias que voy a recibir en algunas asignaturas. Lo peor, similar al sufrimiento padecido al masticar tras haberte arrancado todos los dientes para introducir alfileres en las cuencas después, son los madrugones. Después de años acostubrado a cerrar los ojos pasada la una de la mañana y relajar la mente en algunas de las clases, llegando en ocasiones a perder un poquillo el control y hacerlo también con el cuerpo, después de unas costumbres de sueño grabadas a fuego y acrecentadas durante este verano al sufrir un retraso de unas cuatro horas respecto al horario citado, toca un cambio radical. No sólo tengo que despertarme más de una hora antes de lo que lo hacía hasta ahora, sino que tengo además la necesidad de estar atento en todas las clases para saber remotamente a qué están haciendo referencia y poder seguir el transcurso. Esto se ha traducido, en estos primeros días, en siestas de cinco horas, pese a acostarme a las doce. Es decir, tiempo libre nulo y una sensación de reventón permanente. Espero poder pillarle el punto en unos días y empezar a aprovechar el día, porque ahora mimo salgo de clase deseando coger la cama, como a las cinco de la tarde y me paso una hora en la cama intentando conciliar el sueño a la noche. Puede que cuando lo consiga y reorganice algún que otro aspecto todavía pendiente, me informe sobre cómo va el sistema de representación de estudiantes y visite algune que otra reunión. Por curiosidad más que nada.
Poco más queda que contar sobre este primer contacto. No puedo olvidar a lxs compañerxs, pero. Nuestra clase es, básicamente, un campo de nabos. Las tetas se cuentan con los dedos de las manos, si me apuras no hace falta ni las dos, tomándolas por pares, claro. Por lo tanto, no me he juntado con ninguna de ellas, evidentemente. Ha coincido con que alrededor tengo a un chaval de Gasteiz (viniendo desde allí todos los días tarda casi lo mismo que yo), otro de Getxo y el tercero de Bilbo, creo. Es con éstos con los que echo alguna partida entre en los ratos de espera y los acompañantes tanto a la cafetería como al “Departamento de reprografía”, a por los inumerables apuntes. Libros no utilizarán los profesores, no, pero mira que les gusta tenernos haciendo cola.
En “Fundamentos matemáticos de la ingeniería II”, álgebra, comparto mesa con un par de duranguenses. Son mayores ellos, y supuse que habían repetido algún curso, pues son muchos los aficionados al repaso obligado de materia. Sin embargo resulta que han venido rebotados de un módulo, con intención de ampliar sus conocimientos. Me da que vamos a tener bastante relación en las prácticas :D. Lo más curioso de estos dos es que me conocían de cuando hacía ciclismo, hace ya tres o cuatro años. ¡Tan marcada tengo la cara de crío! He de alegar en mi defensa que, por recomnedación de dos amigas, fui afeitado el lunes a clase y eso afecta cambia mi apariencia. Para mejor o para peor, que lo decida quien me vea.
Nuestra relación con las féminas se reduce al campo visual, por nuestra parte, por lo tanto. Curiosamente en la primera conversación que mantuvimos en algún descanso, todos sabíamos la ubicación y apariencia de cada una de ellas. Definitivamente el instinto nos puede. Creía que era yo, pero veo que no soy el único que, consciente o insconscientemente, es lo primero que ficha al entrar en una estancia. Podría haber habido suerte que me hubiera tocado con alguna de ellas en los tríos para las prácticas, más que nada como experimento psicológico-antropológico. El titulo podría haber sido: inicio y desarrollo de una relación indefinida entre dos ejemplares de similar edad y especie pero género contrario. O algo parecido. Pero vamos, que no ha habido suerte. Otra vez será.
Y con este párrafo termina el artículo obligado por estas fechas sobre las primeras impresiones de la universidad. Típico sí, pero de vez en cuando está bien sumarse a la moda. Espero no tener que cambiar la opinión demasiado drásticamente durante los próximos meses. Y, a poder ser, que el año próximo no introduzca el acceso a una nueva carrera.
1 comentario:
Que te sea leve, jajajajaja
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