2008/11/19

Intereses modificados

La memoria, los recuerdos, modifican facciones, cambian prendas, altera lugares, intercambian colores, mueven objetos. Pueden crear situaciones de la nada, con el debido apoyo. O incluso borrar vivencias si resultan incómodas. Resulta difícil cuando la línea imaginaria del tiempo apenas ha comenzado su andadura. Más fácil conforme el inalcanzable final se ve cercano, menos lejano. No es una herramienta fiable. Para eso tenemos los hechos, esas pruebas fehacientes de lo sucedido, para corregir la información modificada y disipar la neblina que todo lo cubre. Una combinación de ambas cosas nos otorga la suficiente seguridad para encontrarnos tranquilxs. Estos últimos, sin embargo, también pueden utilizarse e interpretarse de manera que completen nuestras expectativas, que cuadren con lo que esperamos ver. Basta con, como hiciéramos con los recuerdos, coger los convenientes y obviar el resto. La satisfacción es la meta, la búsqueda de un objetivo o la ausencia de cualquiera, tornada fin en sí misma. De poco o nada sirve oír los comentarios o juicios ajenos, si se ven contrapuestos con los propios. Da igual que todo el mundo afirme lo contrario. No tienen ni idea. Si acaso puede resultar válido ser condescendente, en caso de que nos evite discusiones incómodas, planteamientos inadecuados. ¿Qué sirve entonces? ¿Qué hay que hacer para no caer en interpretaciones meramente subjetivas y, por lo tanto, interesadas? Nada, somos así. Podemos buscar apoyo en cualquier divinidad, incluso en la Diosa Mayoría, pero eso no cambiará la situación. La mayoría, igual que nosotrxs, también tiene intereses, y la capacidad de alterar las cosas con mayor facilidad.