2007/08/31

No soy persona

Me siento mierda. De un bofetón mandado a tomar por culo mis principios, mi moral, mi ética. He hecho aquello que siempre había criticado. Años negádolo, imaginándolo y detestándolo. Horas pensado en ello, segurx de que a mí no me iba a pasar. Eso lo hacen otrxs, no yo. ¿Cómo he podido hacerlo? Yo no era así, yo actuaba de otra manera, era capaz de afrontar y superar esa situación. ¿Por qué caí? No era tan difícil la salida. No puedo dejar de darle vueltas. Da igual dónde esté, qué esté haciendo, el recuerdo me taladra la cabeza, me tortura. Verdugo, justo verdugo, pero insoportable. Acaba ya, o déjame escapar, no me mantengas más tiempo así.

Soy insignificante, no merezco el mínimo aprecio, ni aprecio ni compasión. No valgo ni la preocupación de lxs que se me acercan. Se me acercan, me preguntan, me abrazan, se interesan. ¿Qué les puedo decir yo? Mentiras, nada más. No tengo valor para contarles qué he hecho. Ya no soy persona, eso no lo hace una persona. Eso no lo hace un ser racional.


Pero ¿quién es racional? En una situación así, ¿quién habría aguantado? Al fin y al cabo, es natural, ¿no? Es instinto. Estando en la misma situación posiblemente también... ¡No! Habría aguantado, seguro. No puedo verle, no voy a poder mirarle a la cara. No puedo ser tan descaradx. ¿Qué le digo? Nada, no puedo decirle nada. Mejor me voy, huyo.

Pero, no puedo tirarlo todo por la borda, no son dos días. Al fin y al cabo, tampoco fue para tanto, realmente no llegó a pasar nada importante. Ya he escarmentado. No podía saber qué se sentía, nunca lo había hecho. Ahora lo sé, ahora sé que no es algo de agrado.

Algún día, más tranquilx, con las cosas más calmadas, con las ideas más claras, se lo contaré.

2007/08/28

Instantáneas

Hace casi un año jubilé mi viejo móvil al que la batería apenas le duraba un día por uno un poquitín más moderno. Entre las muchas pijotadas que traía la más curiosa era, y es, sin duda, una cámara bastante maja de 3.2 megapixels. Desde entonces, he ido sacando fotos a pintadas, estampas, carteles... que me han resultado curiosxs por diferentes razones. Antes de dejarlas caer en el olvido de mi disco duro, les voy a dedicar un mensaje que iré actualizando conforme pase el tiempo y crezcan en número.

Tu otro banco
¿Dónde? En un subterráneo de tierras gipuzcoanas, en la capital, para ser más exactxs.
¿Por qué? Por la elocuencia al hacer de un reclamo publicitario una buena crítica.
NOTA: La dirección de la asamblea ahora es: www.kepasakonlakasa.org

Mármara 1, 2, 3
¿Dónde? En una tetería de Bilbo, situada cerca de la plaza de Indautxu.
¿Por qué? Por las horas que he pasado todo este último año entre humo y risas. Por los recuerdos que consiguió traerme y por la tranquilidad que se respira. Por ser un oasis.
NOTA: Algunas de las frases: 1, 2, 3, 4, 5, 6

F.I.E.S.
¿Dónde? Ikatz, bar de Iturribide, Casco Viejo, Bilbo. Nada más entrar a la segunda sala, volviendo la cabeza 180º.
¿Por qué? Tras pasar unas cuantas horas ahí dentro, no había encontrado ninguna pintada que me atrajera y ésta lo hizo. Además, claro está, de lo que significa.
NOTA: Sobre el régimen FIES: 1, 2, 3

Vasos
¿Dónde? En el UK, un bar de Algorta.
¿Por qué? Cada unx de su padre y de su madre. Al fin y al cabo, para gustos están los colores. Creo que van una cerveza, dos de vodka (lima y fresa), un ginkas y mi coca-cola (ains, cuando no bebía :D). Aunque mi memoria ya no es lo que era...

Free from the galicians
¿Dónde? En un bar rollo Iturribide de Santiago.
¿Por qué? La intención es lo que cuenta...

Atrévete a sonreír
¿Dónde? Entre la casa que nos dejaron y el centro de Santiago había un paseillo. De camino unas obras. En las obras una valla. En la valla esta pintada.
¿Por qué? Por muy ahogados y jodidos que estemos no está de más recordar, de vez en cuando, que hay que echarle un pulso a la vida y sonreirle. La mierda me rodea, pero aún así tengo huevos de plantarle una sonrisa. Que sería de este mundo sino, rebosante de ceños fruncidos.

Levante la mano
¿Dónde? En una parada de bus, a la puerta de la estación de trenes de A Coruña.
¿Por qué? Llegó a mis manos otra versión, la de Bilbao, pero los dos únicos ejemplares que vi impresos salieron de mi impresora y terminaron en Ikastola. Me hizo ilusión ver que allí, al menos, alguien se había preocupado de ponerlos por la calle tmabién.

Que nos gobiernen las putas...
¿Dónde? En la puerta de un supermercado de Sopelana.
¿Por qué? La pancarta es, simplemente, sensacional.

¿Hacemos el 68?
¿Dónde? En una tienda delante del polideportivo de Leioa.
¿Por qué? Por ocurrente, salda y descarada.

La vida me escupe
¿Dónde? En Churruca, al final del muelle.
¿Por qué? Así y todo, sigo dando la kaka, cuando puedo y a quien puedo.

La educación
¿Dónde? En el Campus de Leioa de la UPV. Es lo que tiene tener que pasar tres días allí encerrado.
¿Por qué? Habla por sí sola.
NOTA: Información y la página de la asamblea en contra de Bolonia. Especialmente recomendable la lectura de La Escuela del Capitalismo Total.

Que vuele tu imaginación
¿Dónde? En el mismo Campus de Leioa de la UPV, dando media vuelta exactamente.
¿Por qué? Me sonaba, me sonaba, me sonaba. Efectivamente, algo parecido canta "Típico Pero Cierto" al final de "Días gilipollas". En su día pasé la letra al ordenador y lo publiqué en una entrada sobre, casualmente, la educación.

SR. D. Vicente 69
¿Dónde? En el hemiciclo del Senado, Madrid.
¿Por qué? Vas una vez en tu vida al Senado, el primero de lxs 4 del grupo, para lxs que hay 5 sitios reservados y casualmente tienes que ponerte en el número 69. ¡Esto tiene que ser una señal!

Presa
¿Dónde? En Guara, Huesca, Aragón.
¿Por qué? No hay playa, no hay piscina, hace un calorazo bastante majete, ¿qué haces? Vas a la presa más cercana y pegas unos saltos. Coincide con el final de "La Peonera". Es curioso ver a cuatro fornidos hombres con sus neoprenos, botazas y huevos de corbata, mientras llega una niña de seis años y salta de cabeza como si nada.

42
¿Dónde? En Lesaka, Navarra. Durante los San Fermines, cenando en un bar del pueblo.
¿Por qué? Pides un bocata, hay que esperar a que lo hagan, ¿qué pueden darte para pasar el rato? Nada más y nada menos que la respuesta a la vida, el universo y todo lo demás.
NOTA: Para encontrarle sentido es recomendable haber visto "La Guía del Autoestopista Galáctico" o haber leído los libros. Preferiblemente la segunda opción. No obstante, esto puede servir como una rápida aclaración.

Rosa
¿Dónde? En Julio hice una excursión con los niños del campamento a la Fábrica de Boinas La Encartada, ahora ya convertida en museo. En uno de los jardines había una flor.
¿Por qué? La perfección es utópica, inalcanzable. Aun así, es curioso como algunas cosas se empeñan en demostrarme lo contrario.

Yo soy mi rey
¿Dónde? Plentzia, por el atajo que pasa cerca de la Iglesia, de camino a la playa. Si vas en metro, claro.
¿Por qué? Sería divertido llegar a serlo algún día.

Fotocopiadora
¿Dónde? En el instituto de Plentzia, dentro del cuarto del bedel.
¿Por qué? Nunca hay que perder el sentido del humor, ni para echar la bronca.

Tunnel sous le Vignemale
¿Dónde? En el Corral de las Mulas, cerca de La Luna.
¿Por qué? Parece ser que no somos los únicos a los que van a agujerear.

Hodeien gainetik
¿Dónde? Una de las noche en La Luna, a la atura de la Pala de Ip, más o menos.
¿Por qué? Al fondo, por encima de las nubes, pueden verse algunos montes. El Auñamendi (Anie), Hiru Erregeen Mahaia. Esos fueron los montes que me acercarían a Pirineos, hace ya unos ocho años, creo.

Quisiera que mi voz fuera tan fuerte...
¿Dónde? En un refugio de vuelta a Sallent de Gállego.
¿Por qué? Después de cuatro días de monte, con el cansancio acumulado, unas cuantas horas de incesante descenso, encuentras un refugio, entras a echar un vistazo y al girar la puerta lees cuatro versos de Chinato (ligeramente modificados). Acto seguido, sales, deseas que realmente tu voz fuera tan fuerte como para hacer retumbar las montañas que te rodean. Te encoges, quedas anonadado por un segundos y prosigues el camino al berrido de tu hermano.

Askatasuna
¿Dónde? Debajo de la pintada anterior.
¿Por qué? Denok maite dugu bai. Eskuratzea posiblea balitz, sikiera...

Mi Tierra
¿Dónde? Durante el montaje de la Euskal Encounter una mesa estaba pintada.
¿Por qué? Como eslóganes comunistas o anarquistas no están mal, pero, por favor, echen ustedes un ojo a la hortografia, que daña la vista.
NOTA: Lo primero que se hacer en hacer es la h, al igual que se echa en echar.

2007/08/27

No tengo miedo de perder

Todos sabemos que ciertas cosas nos pertenecen, tenemos derecho a hacer con ellas cuanto queramos, pues por algo nos han sido otorgadas. Cuando otra persona osadamente la coge/utiliza, una extraña sensación nos recorre, a pesar de saber que volverá: ¡coño! ¡lo ha cogido! ¡es mío! Vigilamos a quien ha estirado su zarpa para acaparar nuestra propiedad, dejamos a un lado nuestros quehaceres para centrarnos en el dichoso objeto al que no hemos hecho caso antes, e incluso intentamos interferir para que lo deje lo antes posible.

Puede parecer, así a simple vista, absurdo hablar de una actitud de primeras infantil. Quiero decir, hablar de una actitud que suponemos infantil. A menudo son lxs niñxs con décadas ya a la espalda lxs peores. A algunx le habrá venido a la cabeza dos niñxs en un parque peleándose por una pelota al leer las líneas que preceden. Eso no es más que el ejemplo fácil. Están también los pupitres; las peonzas, tazos y todo tipo de juguetes de moda; las cintas de vídeo.. y, conforme se va acercando la mayoría de edad, las relaciones.

Resulta inconcebible que mi mejor amigx sea mejor amigx de otra persona también. Es míx, tiene que centrar su atención en mí. Siempre que quiera tiene que estar dispuestx a escuchar, aguantar y callar. Otro tanto de lo mismo con la pareja: ni se le ocurra hablar con otrx, beber de su vaso, bailar, quedar con unx solx amigx para ver una peli... Si sale, que lo haga con veinte y esté mirándome a mí.


Si aceptamos las relaciones como una necesidad de posesión sobre la otra persona, con su beneplácito por supuesto, es hasta cierto punto comprensible el malestar al comprobar que van a pasar más de un par de minutos sin ser su centro de interés. Ahora bien ¿y cuando la relación deja de existir como tal? La forma de actuar, de expresión, el ritmo de vida, la diferencia de gustos, de ideología, las amistades, la familia, las aficiones, la inestabilidad emocional, etc. La lista de razones por las que una pareja puede irse al traste es tan extensa como para no apetecerme ahora transcribirla al completo.

El hecho es que, con la relación bajo tierra, quedan la amistad o la nada, dependiendo del interés de ambas partes. El concepto de propiedad, como lo hemos tratado, ha dejado de existir, si es que alguna vez lo hizo, más allá de nuestra absurda imaginación. Sin duda, tendremos mil y una cosas que decir, chillar, llorar y rogar, recomendar. Dos no se relacionan si uno no quiere, pero, y por mucho que joda, porque lo hace y en medida directamente proporcional al afecto sentido con un exponente nostálgico, no queda más remedio que hacerlo en silencio. Acudirá a otros brazos, somos incapaces de estar solxs y seguramente el primer impulsó será apartarlx de ellos, pensando quizá que no le resulta conveniente.

¿No le resulta conveniente o no me resulta conveniente? Si lo es o no, es su elección. Todas mis acciones estarán marcadas por el interés intrínseco en mí. Todas las conversaciones estarán guiadas por sentimientos contrapuestos. Las recomendaciones caerán por su propio peso. Es por ello que prefiero mantenerme en mis trece. Si realmente tengo algún valor, la relación volverá, sea cual sea su aspecto. Si es otra la relación que prefiere, que le vaya bonito. La perseverancia desmedida resulta contraproducente y, por suerte, en este mundo no hay nadie indispensable. Quedarán en la memoria los momentos vividos, disfrutados y, sobretodo, sufridos. Datos comparativos para siguientes intentonas que me arrancarán sonrisas unos días y lágrimas otros muchos.

“Y ya no tengo miedo de perder sólo lo que tengo, pues sólo tengo miedo de que tú ya no me beses más.”
La vi – Paso a paso

2007/08/18

Entre nubes

Pesan los párpados. Han engordado y apenas me permiten abrir a medias los ojos. Por el pequeño resquicio las luces cobran importancia, brillan con más fuerza aún en el nublado mundo que las rodea. Todos los músculos del cuerpo parecen realmente pesados, como sucediera con los párpados. Sensación que contrasta con la livianidad que parece haber tomado al elevarse unos pocos centímetros del suelo. Las nubes parecen incapaces de soportar la presión desde la distancia, pero se muestran firmes aliadas con la imaginación.

Puede que, al fin y al cabo, sí me haya pasado un poco. ¿Cual fue? ¿El último? ¿El penúltimo? Pst, no me acuerdo. Puede que debiera haberme ahorrado la segunda visita al “Koala”. Mañana lo dejo.

De camino a casa, en silencio, paseando tranquilamente. La mente parece trabajar al doble de su velocidad. Las palabras, imágenes, olores saltan de un lado a otro, como las burbujas al ser liberadas bajo el agua. Sin orden aparente se entrelazan, desenredan y vuelven a unir.


Se abre la puerta ante mí, y la cama espera. Dos pasos más y me agacho a soltar los cordones. La piel, extremadamente sensible, ha cobrado mayor sensibilidad. Percido el mínimo roce mientras la bola de ropa engorda a mis pies: calcetines, sudadera, camiseta, riñonera, cinturón, pantalones. Semidesnudo, el saco me abraza. Cedo el pulso a los párpados y la habitación empieza a moverse. Salgo de mí y desde unos pocos centímetros más allá me veo tumbado. La cama tiembla ligeramente y acaba cediendo. Caigo entonces a la nada, una nada negra, oscura, pero cálida. A lo lejos un pequeño destello me indica por dónde he entrado. La textura de la nada también me resulta extraña: vuelvo a estar entre nubes, cálidas; miles de manos están rozándome fortuitamente, estoy hundido en una montaña de finas telas.

Me rodean imágenes que poco a poco se ordenan formando una cinta con relativo sentido; mi película se ordena en imágenes. Vuelven todas las ideas inconexas que revoloteaban durante el paseo. A bofetones van entrándome, empujándome a diferentes estados de ánimo, a cada cual más fuerte y extraño. El cansancio termina por ganar a la consciencia.

Despierto horas después acurrucado en la cama, con la garganta seca y un extraño sabor en la boca. Sacudo la cabeza, me lavo los dientes y, tras detenerme unos minutos a pensar qué ha sido eso, dejo la memoria a un lado para sonreír al nuevo día.

“Piénsalo tú mismo y di si lo que digo no es morir; y es que mi vida no es vivir.”
Hambre de vida – Paso a paso

2007/08/17

La Luna

Acabo de volver de La Luna. Hace pocas horas he aterrizado tras el viaje espacialq ue incié el pasado viernes. A bordo de una bonita nave azul, fabricada por la empresa aeronaútica VW bajo el nombre en clave “transporter”, aterricé en el satélite y por él me he movido con la única propulsión que me brindaban mis piernas. Valles, puertos, cráteres, cañones, mares...

Atrás quedó el planeta plagado de edificios, cubierto de asfalto, presa de la contaminación (lumínica, acústica, industrial...). Atrás quedaron los quehaceres y los privilegios. Un vasto terreno inexplorado a mis pies.


Aquí he podido encontrarme con mis musas ya casi olvidadas y recuperar con ellas el tiempo perdido. He dejado a un lado mis vicios, algunos parcialmente, otros por completo, y he adquirido nuevos. He aclarado, en proporción minúscula, pequeños comecocos que me enturbiaban.

¿Dónde se encuentra mi Luna particular? Entre Candanchú y Formigal, según los esquiadores. En el terreno que separa el Somport de el Portalet, a ojos de un cicloturista. Cerca del lugar donde se celebra el festival “Pirineos Sur” [1], si quiere hallarla un bohemio. Un montañero diría que lo correcto es hablar del Anayet, de la placa de Ip y demás cimas. Sallent de Gállego, Huesca, Aragón, España, Europa, La Tierra, pensará el pobre carente de imaginación e ilusiones antes de decir:

- ¡Éso no es la La Luna!
- ¿Cómo sabes tú dónde rodaron las imágenes que te han enseñado?

PD: No sufro de locura, la disfruto a cada instante.

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[1] http://www.pirineos-sur.es

Amor, odio, indiferencia

Amor y odio, términos contrapuestos, símbolos del bienestar y la desolació. Así son entendidos, ¿o no?

Algunas acciones o actitudes tomadas por terceras personas marcan de alguna manera nuestro estado de ánimo, nuestra perspectiva del momento. Toman importancia en nuestra propia realidad del mundo, de la vida que vivimos y la modifican a su antojo. Esos hechos se tornan amor si resultan convenientes para nuestro estado sentimental. Se nos llena la boca de odio de lo contrario.


Sin embargo, no se encuentran tan distanciados el uno del otro como nos/me gusta creer. El reflejo de un hecho en nuestra forma de actuar significa, al fin y al cabo, trascendencia, relevancia. Y no hay sin afecto. El mismo gesto, un simple abrazo, una caricia, puede transmitirnos tranquilidad, afecto, cariño en un momento dado y desprecio desmesurado, hasta el punto de hacernos hervir la sangre, en otro. No se trata más que una pequeña diferencia en la manifestación de un mismo sentimiento: el aprecio.

Por lo tanto, lejos de ser opuestos, bailan los dos cerca del mismo muro, tras el cual se encuentra la indiferencia, la verdadera antítesis de ambos. Es ésta la que nos da tranquilidad ante las situaciones que observamos. El odio, por contrario al amor que parezca, permanece en nuestra retina y nos hace mantener vivas, más que el amor si cabe, las situaciones y sensaciones vividas. Nos induce a recapacitar, a reinterpretar una y otra vez lo sucedido, a buscar razones y conclusiones por la mala hostia que nos corroe. El odio no es desprecio, el verdadero desprecio es no hacer aprecio.

Obras

Hace un par de días, hablando sobre música, surgió el comentario “tú no tienes ni idea de música”, en respuesta a una afirmación que expresaba la escasa calidad de cierto grupo. Yo me pregunto ¿quién dicta cuándo un grupo es bueno? Abriendo un poco más el abanico, ¡quién dicta que una obra (musical, literaria, plástica...) es buena? Está bien, hay unos cánones comprensibles por las autoridades en la materia que marcan, teóricamente, las pautas a seguir. Pero, más allá de ellos, o sin poder alcanzarlos ¿qué pasa? Éste es el caso de alguien cuya capacidad rítmica y la nada no levantan un palmo del suelo. Del mismo que de literatura sabe lo justo, ya que no ha leído ni muchas ni grandes obras en su vida. La misma persona que carece de conocimientos sobre pintura, trazos, materiales y técnicas.

Me guío por la sensaciones que me produce el paisaje que contemplo en la fotografía, los recuerdos que me trae la letra de una canción. Si, tras presentárseme, marca mi memoria y recuerdo lo leído, visto, oído días o incluso meses después, entonces ésa habrá sido una buena obra.

Si, por el contrario, la indiferencia es reina en mi interior, por mayor valoración que tenga más allá de mi persona, no podré realizar tal afirmación. Podrán ser diez, mil o millones las cabezas pensantes que alaben al autor. Yo permaneceré impasible.

Los grandes éxitos comerciales tienen su valor, no lo niego, al y al cabo han logrado marcar a un gran número. No por ello dejan de tener mérito, importancia y valor aquellos que por diversas razones se han quedado en el fondo de un cajón o no han salido del barrio donde fueron concebidos.

El presente es un fracaso

Sentado en esta roca, con la mirada fija, te veo allí, a lo lejos. Salvaje, ruidosa, furiosa, inquieta. Una fuerza invisible me invita a acercarme, pese a que mis piernas tiemblan sólo de pensarlo. Conforme avanzo, el corazón late al frenético ritmo que marcan mis pies. A éstos los mueve tu voz, melodiosa y sedante ahora, cercana. Lejos han quedado los sonoros rugidos que tanto imponían.

Dos pasos más y siento el cuerpo entumecerse, al mismo tiempo un escalofrío lo recorre de punta a punta. No sé si es real o simplemente estoy imaginándomelo, pero tus manos frías, húmedas recorren mi cuerpo. Mis pies, mis piernas, los muslos, la cadera, la tripa, el pecho.


Por largo rato nos mantenemos en un suave baile, en este loco juego guiado por el tacto, por la ilusión. Agarras mi pelo, me susurras al oído, besas mi cuerpo entero.

Al fin, la fatiga hace mella en mí, quiero huir de tus brazos, quiero descansar de tus besos, saciado ya. Con todas mis fuerzas nado hacia la orilla, pero no puedo. Las fuerzas que me impulsaron a adentrarme parecen haberse esfumado. Intento aferrarme al poco aire que aún me mantiene con vida. Pero el ahínco con que me agarras me obliga a mantenerme anclado, inmóvil. Mi cuerpo se sumerge lentamente, camino al sueño eterno.

Es entonces cuando recuerdo que, poco tiempo atrás, habías sido para mí completamente desconocida; temida, aunque deseada. El deseo me hizo olvidar el peligro y aquí estoy ahora; con un pasado que ya ha pasado y por el que nada hay que hacer, un presente que es un fracaso, y el futuro, simplemente, no lo puedo ni ver, ni esperar, ni siquiera imaginar [1].

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Desesperadx por la vida, ha decidido nadar mar adentro hasta perecer; no sin antes dedicarle unas letras a su verdugx.

La amistad que mantenía con unx amigx ha explotado por los aires y éste es el escrito que plasma sus sentimiento.

Se presenta el relato de una relación de pareja que ha topado su fin.

Todo depende de la interpretación.

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[1] Cerebros destruídos - Eskorbuto

La espera del caos

Todo cuanto sucede en esta dimensión que nos ha tocado disfrutar está regido por reglas preestablecidas, por procedimientos lógicos, determinados. Tenemos la capacidad de explicar por diversas teorías, englobadas en la religión denominada ciencia, las causas y los hechos, e incluso los efectos. Si algo se escapa de nuestro entendimiento, no tiene otra razón de ser que la falta de tiempo. Con él y la de debida evolución lograremos en un futuro conprenderlo. Es éste el paradigma, la dinámica que ha seguido nuestra especie durante unos cuantos años. Más que la especie, quizá deberíamos afirmar que lo ha hecho la rama de la cual ha surgido la cultura occidental. Pero ¿y si hubiera situaciones que, simplemente, no pueden clasificarse? ¿Qué sucedería si el azar dictara también qué pasa? ¿Si nuestra mente es tan limitada como para no alcanzar nunca el grado necesario?

Hace años empezaron ya a plantearse situaciones, realidades en las que el caos juega, junto con el determinismo, un papel primordial. Marcos donde la complejidad de las variables hace imposible la total comprensión. Prigogine, entre otros muchos, ponía como ejemplos las formas que toma el humo de un cigarro o la predicción metereológica para afirmar que “debido a la incidencia del azar, las predicciones que se hagan sobre futuros acontecimientos sólo pueden ser probabilísticos” [1]. Es decir, podemos prever hasta cierto punto el tiempo que hará mañana, pero debemos dejar siempre la puerta abierta a cambios que se escapen de nuestras manos.

Dicho de otra manera: dentro de nuestro orden establecido caben factores capaces de alterarnos el sistema completamente. Así, ”la teoría del caos [...] muestra en primer lugar que los procesos de la realidad (incluída la realidad psíquica) son circulares, es decir, forman ?bucles? o circuitos cerrados de retroalimentación. Para explicarlos se puede entonces comenzar desde cualquier punto del proceso, supongamos A. Se parte de un estado de equilibrio: este estado se rompe porque el sistema recibe alguna influencia externa bajo la forma de energía o información, con lo cual pasa a un estado de desequilibrio. La experiencia revela que este estado de desequilibrio no puede sostenerse por mucho tiempo, y que pronto intentará un reequilibramiento, que puede seguir dos rutas alternativas a partir de un punto de bifurcación.” [2]

Éste es el punto divertido de la cuestión. Una vez llegado al punto de desequilibrio y la necesidad de reorganización, el sistema puede tomar tanto el camino de la “retroalimentación negativa” como el de la positiva. En el primer caso, volverá a su estado inicial, neutralizando en cierta manera los cambios que lo habían desestabilizado. En el segundo, por el contrario, se desestructurará completamente, reorganizándose y formando un sistema nuevo, fruto del anterior y de la experiencia adquirida. Es ésta la base de la evolución, ya que, “requiere inestabilidad, irreversibilidad y la posibilidad de dar sentido a los pequeños acontecimientos para que se produzca un cambio de estructuras” [3].

Puesto que la rama púramente física me pilla ligeraente a desmano, intentaré compararlo, extrapolarlo, utilizarlo en la psicología. Por utilizar un término más llano, dado que de psicologo tengo poco, en una relación.

El conocimiento de una persona constituye un camino largo, a menudo inexpugnable. Con el tiempo, el análisis consciente o inconsciente de sus reacciones y actitudes, las conversaciones donde intercambiar opiniones... vamos haciéndonos una idea cada vez más aproximada, vamos escribiendo, sin saberlo, una teoría que determina su comportamiento. En el momento en que una actitud inesperada, caótica, entra en juego, la relación se desestabiliza. Pudiendo entonces aprender de ello a través del análisis, viendo las sensaciones que nos ha producido. O bien borrar el hecho, ignorar por qué ha sucedido, reaccionar de acuerdo con la idea preestablecida.

“Cuando aprendáis a aceptar en lugar de esperar, tendréis menos decepciones.” [4]

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[1] La teoría del caos - Pablo Cazau
[2] La teoría del caos - Pablo Cazau
[2] La teoría del caos - Pablo Cazau
[3] El caballero de la armadura oxidada – Robert Fisher

Zazpiaren bueltan

2007 urteko zazpigarren hilaren zazpigarren egunaren arratsaldeko zazpi t'erdietan zazpi pertsona eszenatokian. Aurrean beste hamaika. Aulkietan batzuk, alboko horman besteak, lurrean gainerakoak. Haien artean ni, hiru kide alboan ditudala, zigarrotxoa esku batean eta tragoa bestean. Begiak eta belarriak adi, burmuina hegan.

Urtebeteko oroitzapenek alde egin dute bat-batean eta tokia libre utzi diete bihartik aurrerakoei. Etxetik kanpo berriz ere, baina bertan aldi berean, ezaguna baitut Nafarroako herri txiki honen xarma, inguratzen nauen jai giroa. Espero baino laburragoa izan beharko du oraingoan bisitak. Berdin dio. Nahikoa azken asteetako ezinegona motxilan gorde eta arnas lasai hartzeko. Lo, lo, deskantsoa, beharrizan eza eta bueltatxo bat gauean.

Bueltatxoa bai, ez baitut lortu gauak luzerako harrapatzea. Bira begira zegien orratza lehenengoan sakuak bildu ninduenean. Behera begira biak, aldiz, betilun edo, bigarrenean gorputza deskonektatzerako.

Etxera bueltan narama orain Donostian irentsi nauen busak. Hamazazpi gradu inguruan eguzkia lokartzen hasi deneko bederatziak eta hogeita zazpi minutuan. Hala dio, behintzat, aurrean dudan pantailak.

Bular barnea triste, nahi baino lehenago bukatu delako amets txikitxoa. Bihotza pozik, aste berriari indarrez ekiteko gogoz.